El alto tribunal hace cojear la paz
La decisión de la Corte Constitucional de limitar las facultades del mecanismo de aprobación del fast-track le pone un palo en la rueda a la dinámica de implementación del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc. Las razones tienen que ver con varios aspectos que llevaron a la mayoría de la Corte a equivocarse. La primera tiene que ver con la insensata utilización de la tesis de la “sustitución de la constitución” frente a un proceso de paz puntual y excepcional. No se puede sustituir lo principal con una normatividad transitoria. Por ello, su uso no ameritaba una intervención de ese nivel, más aún cuando de por medio está el cierre del conflicto armado. Un segundo aspecto, tiene que ver con la posible “desarticulación” del acuerdo de paz por parte del Congreso al permitir todo tipo de modificaciones al pacto firmado entre el gobierno y las Farc. Sin control alguno, difícilmente podrán avanzar de forma concreta los debates y salir de este proceso. Un tercer punto tocará con unas posibles modificaciones y la discusión de cada uno de los artículos de los proyectos faltantes, lo que podría volver engorrosa la aprobación de las iniciativas. Difícilmente, la Corte puede imponer una talanquera al Congreso sobre ese punto. Por último, este fallo anticipa las futuras decisiones de la Corte en el ámbito de nuevas tendencias ideológicas y la composición de mayorías. Esperemos que la sensatez se imponga y que los congresistas entiendan el reto que tienen por delante. La Corte demuestra en esta decisión que hará lo que sea para salvar una noción jurídica. Sus discusiones no pueden quedar por encima de miles de víctimas de este conflicto que claman por su fin. Por ahora, la desconfianza no se desvanece.