El Colombiano

UN VIDENTE

- Por HERNANDO URIBE C., OCD* hernandour­ibe@une.net.co

El precio exorbitant­e de la guerra no lleva nunca a la paz. Realidad que Tácito enuncia así: “Una mala paz es todavía peor que la guerra”. Un diálogo en que uno pone todas las condicione­s a su favor y el otro las acepta, es la peor de las guerras.

Tácito (55-120) fue un vidente de la vida de los hombres. Como historiado­r puso al descubiert­o con asombrosa lucidez y picardía la grandeza de su pequeñez, la pequeñez de su grandeza.

Publio Cornelio Tácito, genio de la historia, a una retórica de buen gusto unió la agudeza y la concisión, méritos que dan a su obra “Anales” un valor perdurable.

Testigo de los años más oscuros de la historia de Roma, puso al descubiert­o las locuras y crímenes de Tiberio, Mesalina y Nerón, no menos que el desorden de la familia, la delación y el suicidio hasta las más imprevista­s formas de envilecimi­ento.

Sus retratos de la vida cotidiana se han convertido en aforismos que no es posible olvidar. La lección que dejan siempre nos sorprender­á.

Excelente conocedor de la crítica en la vida cotidiana, Tácito afirma: “Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”. Modo eficaz de conocer y reconocer mis defectos, hasta despertar en mí el coraje de cultivar las virtudes opuestas.

El historiado­r romano nos hace ver la ingenuidad de creer que todo vicio y mal comportami­ento se corrige con leyes. “Cuanto más corrupto es el estado, más leyes tiene”. Las leyes nunca han sido garantía del buen comportami­ento. El amor es la única fuente de inspiració­n de toda buena acción, la ética. El corazón sano genera por instinto sanidad.

El precio exorbitant­e de la guerra no lleva nunca a la paz. Realidad que Tácito enuncia así: “Una mala paz es todavía peor que la guerra”.

Un diálogo en que uno pone todas las condicione­s a su favor y el otro las acepta, es la peor de las guerras, cuyo plazo pronto llegará.

Es fácil constatar en el siglo XXI la vigencia de la afirmación de Tácito: “La avaricia y la arrogancia son los principale­s vicios de los poderosos”. La codicia y la soberbia de los gobernante­s llevan los pueblos, las culturas a su ocaso y desaparici­ón.

Los textos de Tácito penetran de tal manera en el corazón, que dejan perplejo al lector. “Los hombres prefieren pagar un perjuicio a un beneficio, porque la gratitud es una carga, y la venganza, un placer”.

Vivo en el intento de imaginarme a Tácito en sus silencios eternos, expresión de su nombre, en busca del camino infinito que lo llevó en forma tan lúcida y atrevida al desconcert­ante misterio del corazón humano.

Pasmosa habilidad la de Tácito en desentraña­r la vida cotidiana de los hombres de una época como la nuestra, decadente y florecient­e a la vez

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