UN VIDENTE
El precio exorbitante de la guerra no lleva nunca a la paz. Realidad que Tácito enuncia así: “Una mala paz es todavía peor que la guerra”. Un diálogo en que uno pone todas las condiciones a su favor y el otro las acepta, es la peor de las guerras.
Tácito (55-120) fue un vidente de la vida de los hombres. Como historiador puso al descubierto con asombrosa lucidez y picardía la grandeza de su pequeñez, la pequeñez de su grandeza.
Publio Cornelio Tácito, genio de la historia, a una retórica de buen gusto unió la agudeza y la concisión, méritos que dan a su obra “Anales” un valor perdurable.
Testigo de los años más oscuros de la historia de Roma, puso al descubierto las locuras y crímenes de Tiberio, Mesalina y Nerón, no menos que el desorden de la familia, la delación y el suicidio hasta las más imprevistas formas de envilecimiento.
Sus retratos de la vida cotidiana se han convertido en aforismos que no es posible olvidar. La lección que dejan siempre nos sorprenderá.
Excelente conocedor de la crítica en la vida cotidiana, Tácito afirma: “Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”. Modo eficaz de conocer y reconocer mis defectos, hasta despertar en mí el coraje de cultivar las virtudes opuestas.
El historiador romano nos hace ver la ingenuidad de creer que todo vicio y mal comportamiento se corrige con leyes. “Cuanto más corrupto es el estado, más leyes tiene”. Las leyes nunca han sido garantía del buen comportamiento. El amor es la única fuente de inspiración de toda buena acción, la ética. El corazón sano genera por instinto sanidad.
El precio exorbitante de la guerra no lleva nunca a la paz. Realidad que Tácito enuncia así: “Una mala paz es todavía peor que la guerra”.
Un diálogo en que uno pone todas las condiciones a su favor y el otro las acepta, es la peor de las guerras, cuyo plazo pronto llegará.
Es fácil constatar en el siglo XXI la vigencia de la afirmación de Tácito: “La avaricia y la arrogancia son los principales vicios de los poderosos”. La codicia y la soberbia de los gobernantes llevan los pueblos, las culturas a su ocaso y desaparición.
Los textos de Tácito penetran de tal manera en el corazón, que dejan perplejo al lector. “Los hombres prefieren pagar un perjuicio a un beneficio, porque la gratitud es una carga, y la venganza, un placer”.
Vivo en el intento de imaginarme a Tácito en sus silencios eternos, expresión de su nombre, en busca del camino infinito que lo llevó en forma tan lúcida y atrevida al desconcertante misterio del corazón humano.
Pasmosa habilidad la de Tácito en desentrañar la vida cotidiana de los hombres de una época como la nuestra, decadente y floreciente a la vez