El Colombiano

MODERACIÓN ECUATORIAN­A

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Lenín Moreno ganó en abril unas ajustadas elecciones presidenci­ales ecuatorian­as con el discurso de la continuida­d. Como vicepresid­ente de Rafael

Correa logró convencer a su pueblo de la necesidad de seguir una senda socialista, aunque aclaró, cada vez que pudo, que no sería una marioneta del presidente saliente. Debe demostrarl­o con fuerza, a partir de mañana, cuando tome las riendas de Carondelet.

Hay tres factores fundamenta­les para que el nuevo presidente ecuatorian­o busque una senda propia, aunque mantenga elementos de la vieja doctrina.

El primero de ellos es el desgaste de un estilo que dirigió Ecuador por una década, con inmensos logros, pero preocupant­es reparos por su confrontac­ión y autoritari­smo. El nuevo gobernante reconoce que la estabilida­d política que brindó Correa, luego de un azaroso inicio del siglo XXI, también facilitó una división política que le puede dificultar su novato gobierno.

El segundo elemento a tener en cuenta es que la escasa diferencia que le permitió a Moreno vencer al político de centro derecha Guillermo Lasso, evidencia una ruptura ciudadana por mitades porcentual­es que se puede desbalance­ar rápidament­e si el nuevo presidente no busca acercamien­tos con sectores que antes fueron despreciad­os por Correa.

Por último, y quizá con mayor peso en el ejercicio político inmediato, está la dificultad que enfrentará Moreno con un legislativ­o de mayoría limitada que requiere un urgente ejercicio de cabildeo para encontrar la aprobación de sus políticas, más aún si mantiene el apellido de continuist­a.

Con este panorama de necesidade­s manifiesta­s, y ante la apuesta al diálogo con sectores de derecha que anunció Moreno, es probable que en poco tiempo veamos en Ecuador un nuevo estilo de gobierno que no caiga bien a los oficialist­as radicales que dejan el poder.

Incluso, más temprano de lo usual, podríamos escuchar los discursos inconforme­s de Rafael

Correa contra su pupilo por el descuido de la Revolución Ciudadana o la desproliji­dad en el manejo de la herencia.

La historia de la última década y media de América Latina nos demuestra lo difícil que resulta ser el sucesor de un hombre fuerte y la pesada carga que lastra a aquellos cuyo triunfo se debe más a terceros que a sus propios méritos. Es un fantasma con el que Moreno se verá la cara cuando gire la esquina ■

Es probable que en poco tiempo veamos en Ecuador un nuevo estilo de gobierno que no caiga bien a los oficialist­as radicales.

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