¿Y POR QUÉ COLAPSAN LAS OBRAS Y EDIFICIOS?
Los constructores que desafían los códigos y burlan las leyes que los hombres han acordado para la sana convivencia, olvidan que no podrán burlar las leyes de la gravedad y la naturaleza que, inexorablemente, pasarán las facturas de cobro a quienes construyan obras, edificios, etc., con materiales de mala calidad o le mermen acero y concreto a los elementos que le dan solidez a las estructuras.
Pareciera que no fue suficiente la nueva ley de vivienda, la 1796/16, la “Ley antiSpace” que buscaba generar medidas eficaces para proteger al comprador, dar seguridad a las edificaciones y fortalecer la función pública de las curadurías, porque también a los constructores de un edificio en Cartagena, apenas en obra, colapsó, “les resbaló la Ley” y murieron 21 trabajadores. ¿Qué tal que hubiese estado habitado?
Tampoco han servido los decretos que establecen los requisitos técnicos para regular construcciones, minimizar riesgos por un sismo, evitar pérdida de vidas humanas o asegurar la restitución del valor de los bienes a los dueños cuando, cual castillo de naipes, caen por su propio peso.
Cuando un constructor diseña una estructura que no cumple dimensiones ni las especificaciones técnicas que ordenan los códigos, y lo que es peor, si los materiales no tienen las calidades, ni existe una supervisión durante el proceso constructivo, el resultado final será una trampa mortal, una tragedia anunciada para la sociedad. Y entonces ya será tarde para hablar de reforzamientos (que no de repotenciación) si la estructura no tuvo la potencia requerida o no es competente para atender las cargas de diseño que ordenan los códigos.
Con sobrada razón en la antigüedad se vigilaba con sumo cuidado al constructor y, a fin de asegurar el bienestar de la humanidad, el Rey babilónico Hammurabi compiló en un extenso código hace más de 3.800 años, las primeras leyes talladas en piedra para que, quienes ejercieran ese oficio nunca las olvidaran y que hoy son las precursoras de las vigentes:
“Si un constructor construía una casa para un hombre y su construcción no cumplía con los requisitos y se cayó una pared, ese constructor debería reforzar la pared a sus expensas…”.
“Si destruye pertenencias, deberá restituir lo que se haya perdido y deberá reconstruir a su costa la casa que se derrumbó”, etc.
La ingeniería moderna ha acumulado sabiduría, conocimiento, experiencia y tecnología suficientes para no improvisar. Si la estructura acusa deficiencias o fenómenos patológicos es porque “está mala” y es una amenaza.
No es ético hacerle trampa al ejercicio de la buena ingeniería; la sociedad no tiene por qué saber de calidad de materiales ni mucho menos dudar de la estabilidad de un edificio cuyo diseño y construcción fue realizado por empresas constructoras serias
La sociedad no tiene por qué saber de calidad de materiales.