MANUEL ANTONIO NORIEGA, EL FINAL DEL DICTADOR QUE SUFRIÓ PANAMÁ
Colaboró con Estados Unidos para contener los brotes guerrilleros en América Latina. Auspiciado por la CIA, terminó por convertirse en “el hombre fuerte de Panamá”, entre 1983 y 1989. Ejecutó a algunos opositores de su régimen y a otros los sacó de carrera con hábiles movidas políticas. Cuando concentró el poder y el manejo del istmo se alió con los carteles de la droga y en particular con una figura más siniestra que él: Pablo Escobar.
Ayer murió el exdictador Manuel Antonio Noriega, aquejado por un tumor cerebral que lo mantuvo en una crisis terminal durante las úl- timas seis semanas. En Panamá, el presidente Juan Carlos Varela escribió en su cuenta de twitter: “Muerte de Manuel A. Noriega cierra un capítulo de nuestra historia; sus hijas y sus familiares merecen un sepelio en paz”.
Noriega se entregó el 3 enero de 1990, después de que Estados Unidos ordenara la ocupación de la capital para derrocarlo y capturarlo, en una Panamá sumida en una grave crisis social, política y económica. En 1992 fue sentenciado por la justicia norteamericana a 40 años de prisión, por delitos de narcotráfico, al final rebajados a 20 por colaboración y buen comportamiento. En 2010 E.U. lo extraditó a Francia y de allí volvió a Panamá a pagar por asesinatos que ordenó.
Así termina la historia del militar que avergonzó y azotó a su país y que pasó los días finales en medio del anonimato, la cárcel y la enfermedad