Intervención militar extranjera en Venezuela no es una opción
A diferencia de Panamá en 1989, EE. UU. busca más una solución política que una invasión.
Venezuela lleva dos meses continuos de marchas y protestas contra el presidente Nicolás Maduro, que han culminado en enfrentamientos entre manifestantes y la fuerza pública.
La situación interna del vecino país, que dejaba hasta ayer 60 muertos, ha sido objeto de pronunciamientos, a favor y en contra, por parte de gobiernos de diferentes latitudes y de discusiones en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde no se ha alcanzado un consenso sobre una salida a la crisis.
La mediación del Vaticano y los esfuerzos de Unasur por sentar en la mesa a gobierno y oposición tampoco han culminado con resultados optmistas.
Y en este marco surgen voces que reclaman soluciones extremas, como una invasión extranjera encabezada por Estados Unidos, como lo hizo en 1989 en Panamá, para detener a Manuel Antonio Noriega.
Solución integral
Pero ni la política sola ni la intervención militar aislada son la solución idónea para Venezuela y el vecindario.
“La situación actual de Venezuela no se debe comparar con la de Panamá en los años del general Noriega. Estamos en tiempos diferentes, esa era la época de la Guerra Fría, cuando uno de los mayores temores era la teoría del efecto dominó, que si caía un país, seguían otros. Hoy lo que se considera es la conflictividad del país, que en el caso de Venezuela es muy grande”, asegura Günther Maihold, subdi- rector del Stiftung Wissenschaft und Politik, centro de investigación política con sede en Berlín, Alemania.
El experto en América Latina destaca que “está demostrado que los instrumentos militares no son suficientes para resolver estas situaciones y no logran construir Estado. Lo que se debe es tener un planteamiento político, económico y social integral para solucionar situaciones difíciles dentro de los estados”.
Situación compleja
Pero se deben considerar algunos elementos que hacen difícil encontrar una solución definitiva a la crisis.
“Los desórdenes creciente en las calles, en medio de las protestas; la intransigencia del gobierno de Maduro, que no facilita el diálogo; la debilidad de la oposición, que le falta fortalecer un discurso propio, y el potencial de alta violencia, por la amplia distribución de armas en muchos sectores de la población, no facilitan que desde fuera se logre llegar a consensos para alcanzar una transición en ese país, como lo que se ve, por ejemplo, en las discusiones en la OEA”, explica Maihold.
El investigador agrega que “en EE. UU. hay mayor preocupación por lo que pasa con Corea del Norte, Siria, etc. Donald Trump no tiene interés en intervenir y generar un conflicto en lo que considera su patio trasero”.
Además, el antecedente reciente de las relaciones entre los dos países, muestra que aunque haya un distanciamiento político, el petróleo venezolano no ha dejado de exportarse a Estados Unidos que, a su vez, refina y envía gasolina a Venezuela.
Según la agencia de información estadística del Departamento de Energía de EE. UU., con un promedio de 796.000 barriles diarios, Venezuela fue el tercer proveedor de crudo a ese país, solo superado por Arabia Saudí y Canadá. Y mientras este flujo continúe, es muy difícil que se presente una confrontación militar