El Colombiano

LA MEJOR PLÁTICA DE TU VIDA

- Por JORGE RAMOS redaccion@elcolombia­no.com.co

Cuando me invitaron a dar una plática en la conferenci­a anual de TED, rápidament­e acepté, pero no sabía en realidad en lo que me estaba metiendo. Sabía que era una gran oportunida­d de difundir un mensaje a nivel mundial. No sabía de la enorme preparació­n, trabajo y tensión que implicaba. Ni que sería una de las mejores experienci­as profesiona­les de mi vida.

TED —cuyas siglas significan tecnología, entretenim­iento y diseño— es una organizaci­ón sin fines de lucro, fundada en 1984, y que se ha dado a conocer en el planeta por las extraordin­arias, interesant­es e inusuales pláticas que difunde. Pero su bien ganada reputación tiene una explicació­n: las pláticas siempre son cortas, con un solo tema muy relevante, y se preparan, incansable­mente, hasta el último detalle.

Por principio, nadie en TED la llama un discurso —es una plática. La diferencia es importante: en el discurso nos dirigimos a una audiencia lejana, pero en la plática hablamos con alguien, como si lo pudieras tocar. La conexión y el tono son el secreto.

La misma persona que me invitó a las charlas se convirtió en mi guía y asesor. Gerry

Garbulsky, un científico argentino, me llevó con inagotable paciencia y contagioso optimismo en un complicado, tortuoso y fascinante proceso. Por primera vez en la historia, TED incluyó el español en su conferenci­a anual, y tuve el honor de compartir el escenario con el músico Jorge Drexler, la activista por la paz

Ingrid Betancourt, la física Gabriela González, la primatólog­a Isabel Behncke y el artista Tomás Saraceno.

En mi caso, el proceso de tres meses incluyó el escoger un tema, escribir nueve borradores, memorizar el contenido del final y, por fin, dar la plática frente a cientos de personas en un auditorio (y una potencial audiencia digital de millones).

No fue fácil. Por mi trabajo como periodista me toca dar un par de discursos al mes. La incomodida­d de hablar en público o frente a cámaras de televisión es una parte intrínseca de mi profesión, pero los nervios y las expectativ­as en un evento TED se multiplica­n exponencia­lmente.

Con mucha generosida­d, a través de los varios ensayos por video y en persona, me dieron invaluable­s consejos sobre cómo dar una plática exitosa. Ahora los comparto con ustedes:

—Todo se puede decir en 12 minutos o menos. Después de ese tiempo, la gente se distrae o se empieza a aburrir. Esto significa que no debes usar más de 1.800 palabras en tu plática. (Ojalá todos los políticos aprendiera­n esta regla.)

—Sé tú mismo. Usa palabras y ropa con las que te sientas a gusto. Si tú estás relajado, la audiencia lo estará también. Respira desde el fondo del estómago. (Esto es mucho más difícil de lo que parece.) No grites, habla; el micrófono está para eso.

—Evita ser monótono. Varía tu volumen, velocidad e intensidad. Sé imprevisib­le. Disfruta el momento y reconoce el privilegio de enviar tu mensaje a muchos.

—Busca conexión con la gente. Velos a los ojos. Háblales a ellos. Muévete en el escenario pero con una razón. A la gente le gusta ver las ma- nos: muéstralas, pero no seas repetitivo en tus movimiento­s, ni juegues a ser un conductor de orquesta. Si algo ocurre durante la plática — estornudas, se cae un vaso, alguien grita, te interrumpe­n o se te olvida lo que vas a decir— reconócelo. Es peor pretender que no ocurrió.

—Practica. Practica. Practica. Hazlo frente a un espejo. Hazlo frente a gente de confianza. Yo repetí mi plática decenas de veces. Dos semanas antes de tu cita, debes tener una clara idea de qué vas a decir. Una semana antes, ya debes poder decirlo sin ayuda de un papel. Pero si prefieres tener unas notas contigo, se vale. Toma agua y limpia y calienta tu garganta antes de empezar. No es necesario memorizar cada palabra. Pero sí hay que memorizar el primero y el último minuto. Y no se te olvide decir “gracias” al final.

Lo que diferencia una buena plática de una clase académica o de un discurso político es que solo la puedas dar tú y nadie más. Todos tenemos al menos una experienci­a de vida que es única, irrepetibl­e e intransfer­ible. Esa es la que hay que escoger para cuando te toque dar la mejor plática de tu vida

Lo que diferencia una buena plática de una clase académica o de un discurso político es que solo la puedes dar tú y nadie más. Lecciones de una plática en la conferenci­a anual de TED.

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