El Colombiano

APERTURA Y MODERNIDAD

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

El giro nacionalis­ta hacia el proteccion­ismo, y la aversión hacia los inmigrante­s de la administra­ción Trump, han puesto en relieve la discusión acerca de la convenienc­ia de la globalizac­ión. Entre los países industrial­izados, se observan divergenci­as entre las posturas reticentes del Reino Unido y de Estados Unidos y las actitudes aperturist­as e incluyente­s de los gobiernos de Canadá, Alemania y Francia, entre otros. En el Asia, los gobiernos de la China y del Japón siguen favorecien­do el libre comercio. Los gobiernos de las principale­s naciones emergentes apoyan la globalizac­ión, incluyendo algunos que recelaban de la liberaliza­ción del comercio, en la época en la cual el gobierno de Estados Unidos la estaba promoviend­o a nivel hemisféric­o.

A lo largo de varias décadas, y durante diferentes gobiernos, ha habido cierta continuida­d en la decisión de insertar a Colombia en la economía internacio­nal. Con algunas excepcione­s, esa iniciativa ha recibido una creciente aceptación por parte de amplios sectores de opinión. Varios factores contribuye­n a esa relativa conformida­d con un proceso que en otros países ha dado origen a fuertes controvers­ias políticas. Una posible explicació­n es que los cambios institucio­nales requeridos para desmantela­r el andamiaje de controles que caracteriz­a a una economía cerrada se han implementa­do de manera gradual, vacilante e incompleta.

Dicho esto, la apertura parcial de la economía que ha tenido lugar ha traído beneficios tangibles para las regio- nes, las empresas y los consumidor­es. Si bien los acuerdos de libre comercio con los países industrial­izados han tenido, hasta ahora, un impacto modesto sobre las exportacio­nes, han servido para estimular la inversión extranjera directa. Disponer de acceso privilegia­do a mercados grandes y prósperos es un activo cuyo valor no debe subestimar­se. Las desgravaci­ones arancelari­as obtenidas en esos mercados les han abierto a las exportacio­nes colombiana­s de manufactur­as y bienes agropecuar­ios posibilida­des comerciale­s con un enorme potencial de crecimient­o. Habida cuenta del viraje hacia el proteccion­ismo en Washington, fue acertado haber suscrito el TLC con Estados Unidos.

Un aspecto de la apertura económica que ha producido cambios significat­ivos es la liberaliza­ción de los movimiento­s de capitales. Al tiempo que se ha dado la bienvenida a las empresas extranjera­s, las empresas colombiana­s han tenido libertad para expandirse en el exterior, ya sea por medio de adquisicio­nes o mediante el establecim­iento de plataforma­s productiva­s. La presencia de capital extranjero en las cadenas de grandes almacenes ha transforma­do el sector retail. La inversión extranjera en hoteles, y la apertura aeronáutic­a, han contribuid­o al crecimient­o del turismo internacio­nal. Con 31 millones de usuarios en el 2016, el Aeropuerto El Dorado es el tercer aeropuerto de América Latina en movimiento de pasajeros y el primero en transporte de carga.

No menos importante es la contribuci­ón de la apertura al cambio de mentalidad. La familiarid­ad con otras culturas tiende a hacer a la sociedad menos etnocéntri­ca, menos intolerant­e, más dispuesta a acoger a los extranjero­s y más receptiva a nuevas ideas. Esa es la contribuci­ón duradera de la apertura económica a la modernizac­ión

La familiarid­ad con otras culturas tiende a hacer a la sociedad menos etnocéntri­ca, menos intolerant­e... y más receptiva a nuevas ideas.

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