ALGUNOS CASOS DE AUTORES INVISIBLES
uno le indicaba la manera cómo debía desarrollarla”, señala Darío Ruiz Gómez.
“Dumas —complementa Memo Ánjel— dejaba la parte cruda de la narración a esos hombres invisibles y lo que él hacía era poner esos diálogos magistrales y, en general, su magia”.
No es extraño que Dumas, en el siglo XIX, hubiera explotado esta figura. Total, la cultura, como todo, se industrializó en ese tiempo. La industria editorial también floreció.
Esta figura en la creación literaria no tiene nada de raro, dice Memo Ánjel. La compara con la de los talleres de escultura y pintura. No es un solo artista quien crea una obra, sino un grupo de trabajo. Así ocurre desde los artistas del Renacimiento: Miguel Ángel Buonarroti contaba con la participación de varios colegas, unos fondeaban, otros pintaban ciertos detalles y él “se encargaba de encontrar esa luz difícil, para decirlo en palabras de Tomás González”.
Muy usado en bestsellers
Durante su estancia en España, Darío Ruiz conoció a varios compañeros que trabajaban como escritores fantasma. “Pero yo no lo fui. No he tenido el alma para eso”.
Está documentado que es- critores como Paul Auster, autor de La trilogía de Nueva York, y Alejandro Sawa, español autor de Crimen legal entre otras obras, lo fueron.
Memo Ánjel sostiene que esa figura es común entre los “betseleros”. Comenta el caso de Dan Brown, el escritor gringo dedicado a enigmas religiosos en obras como El código Da Vinci. Un colectivo se ocupa del trabajo. Unos investigan; otros buscan casos extraños, y “claro, están bajo la dirección de un tipo genial como Brown”. Casi es capaz de apostar que las series de Harry Potter y Crepúsculo han sido escritas así. Actrices, políticos, futbolistas, científicos, delincuentes y, en general, personas que no saben escribir literariamente, acuden a los escritores fantasma para contar su vida o una experiencia. Mario Puzo murió sin terminar la historia de y en la editorial encargaron a alguien de terminarla. Guillermo Niño de Guzmán escribió en El País, de España, en 2013, que Julia Urquidi Illanes, la tía Julia de Mario Vargas Llosa, su primera esposa, manifestó en su libro que cuando estuvieron casados, con domicilio en París y mal de plata, al peruano lo contrató una mujer para que escribiera unos cuentos sobre África. El primer compromiso fue, por supuesto, confidencialidad.
Ánjel ha sido escritor fantasma dos veces. De una, no habla porque el autor todavía esta vivo. De la otra, revela que fue para un ruso llamado Georg Vartikowski.
“Él me dictaba la historia sobre la Siberia estalinista, cuando prisioneros eran llevados allí a realizar trabajos forzados. Esa obra la tradujeron luego al inglés”.
Cuentan que una mañana, Alejandro Dumas desayunaba y esperaba que el “negro” le llevara un capítulo para publicación inmediata. No llegaba. Le dieron la noticia de que ese escritor había muerto. Desesperado, procedió a escribirlo él y, de pronto, un hombre tocó a su puerta para entregarle el escrito. “¿Acaso no se murió el ‘negro’ que lo estaba haciendo?”, preguntó Dumas. El otro respondió: “Es que yo soy el ‘negro” de ese ‘negro’”