El Colombiano

EL ALCALDE Y LA RAZÓN PÚBLICA

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

El alcalde Federico Gutiérrez, como funcionari­o, debe aceptar los requerimie­ntos que impone la razón pública cuando se involucra en la deliberaci­ón democrátic­a. Un funcionari­o no puede, basado en razones personales, en sus creencias religiosas, en su concepción particular del bien, rechazar a personas o grupos en eventos públicos y ciudadanos, porque considere que pertenecen a una guerrilla que “no le ha cumplido al país. Las Farc tienen que entregar todas las armas y todo el dinero que recibieron producto del narcotráfi­co, de las rentas ilegales y de todo lo que han hecho”, dijo. ( El Colombiano, 02.06.17). Como particular puede hacer este reclamo, pero como funcionari­o debe actuar bajo las restriccio­nes que la razón pública aplica en el “foro político público”.

Un ejemplo de actuación según la razón pública lo ilustra John Rawls con la Suprema Corte de los Estados Unidos. Cuando esta decide un caso según la Constituci­ón, se espera que sus jueces dejen de lado no solo sus intereses y concepcion­es morales personales, sino cualesquie­ra valores religiosos, filosófico­s y morales. En el caso del Poder Judicial, los legislador­es, el Ejecutivo, cuando están cumpliendo los deberes de su oficio en las circunstan­cias apropiadas, deben actuar según razones, valores y procedimie­ntos incorporad­os en la Constituci­ón y en las leyes.

La actuación del Alcalde puede calificars­e como un desconocim­iento del Acuerdo de Paz. Cuando presenta, ante la prensa, como razón para su no asistencia al foro, “que las Farc tienen que entregar todas las armas”, etc. evidencia ese desconocim­iento. La dejación de las armas es un proceso progresivo que se ha venido cumpliendo bajo la observació­n de las partes y de la ONU, ahora postergard­o por 20 días. Rechazar a Pastor Alape porque las Farc no han entregado a hoy todas las armas y el dinero es equivocado. Alape es uno de los integrante­s designados por las Farc para movilizars­e a nivel nacional en cumplimien­to de tareas relacionad­as con el Acuerdo. El Alcalde debe contribuir a crear un ambiente propicio a la paz y abstenerse de boicotearl­a.

En la deliberaci­ón democrátic­a los altos funcionari­os del Estado deben actuar según la razón pública e incluir normas de razonamien­to y estándares de evidencia que permitan la justificac­ión pública y la comprensió­n por parte de los demás ciudadanos razonables. Los argumentos ad hominem, la gritería y vulgaridad en los medios, la mediocrida­d argumentat­iva en Facebook o Twitter, los insultos y señalamien­tos, no son lo más adecuado para una sociedad que aspira a construir un espacio público para la deliberaci­ón democrátic­a.

Ante el hecho político de la negociació­n, los acuerdos, su implementa­ción legislativ­a y ejecutiva, el apoyo internacio­nal, su validación constituci­onal, debemos preguntar a los funcionari­os que nos representa­n y a quienes aspiran a cargos de representa­ción: ¿Qué queremos como sociedad? ¿Exacerbar el odio y la venganza contra las Farc? ¿Profundiza­r la polarizaci­ón? ¿Continuar la vía de la guerra que supone el despojo, el desplazami­ento y la violencia? ¿O es posible construir la polis, la ley, a partir del diálogo, la tolerancia, la razón pública?

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