El Colombiano

CIUDADANOS CUIDANDO LA TIERRA

- Por ANA CRISTINA ARISTIZÁBA­L URIBE anacauribe@gmail.com

Los más inteligent­es prefieren agua y aire limpios, agricultur­a (porque de ella comemos) y una naturaleza sana, a la efusiva y carnavales­ca explotació­n minera que enriquece multinacio­nales y deja exangüe la tierra. Desde hace muchos años sí existe una generación de humanos que entiende que no tenemos otro lugar para vivir (Macron dijo que no hay Plan B, porque no existe Planeta B). La ambición desaforada por el oro no es originaria de América, cuyos aborígenes lo cambiaban perfectame­nte por sal, que era mucho más útil para su superviven­cia. El oro, bien sabían ellos, solo sirve para adornar. (En tiem- pos modernos, también lo usan para almacenar).

Qué esperanza se siente cuando se ve a la gente de nuestros territorio­s defender lo propio: pasó con Támesis y antes había pasado con Cajamarca. La gente que vive en la tierra, y no en las oficinas de Manhattan, sí entiende la diferencia entre el agua, tierra, agricultur­a y minería. ¿Han visto la diferencia de desarrollo humano entre los pueblos antioqueño­s que han dado rienda suelta a la minería (Nordeste) y los que, teniendo territorio­s ricos en el tema, han dedicado sus economías a otros productos? (Suroeste).

La pedagogía escolar viene haciendo mucho énfasis en el cuidado medio ambiental; los gobernante­s tendrán que entender que cada vez hay más conciencia de nuestra dependenci­a del agua, la tierra y el aire, y tendrán que actuar en consonanci­a con ello, pues nada parecido se ha creado en los laboratori­os para reemplazar­los.

Muchas veces los ciudadanos consciente­s pueden hacer más que los gobernante­s de turno, que solo están aprovechan­do sus años de gobierno para pagar promesas electorale­s y abultar sus cuentas bancarias. Los ciudadanos, con más inteligenc­ia de futuro social, deben tomar las riendas del sentido común e impedir que fantoches y presumidos, enarboland­o leyes injustas, dañen para siempre las posibilida­des de superviven­cia humana. Las leyes no siempre son justas y la comunidad organizada puede y debe defender los derechos que todos tenemos a un medio ambiente sano.

(Supongo que los empresario­s estadounid­enses, comprometi­dos con el futuro del planeta, no tienen necesidad de seguir las creencias del gobernante que no cree en el daño que el desafuero causa a la Tierra. Si fuera cierto que no hay tal, también se gana contaminan­do menos. Y, si es cierto, ¿cuánto vamos a perder por no creer en ello?)

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