Brasil tambalea sin certeza sobre su presidente
Un tribunal decidía ayer si validaba o no la campaña de Temer de 2014 por corrupción. El líder podría quedar por fuera del poder.
Michel Temer estaba ayer contra las cuerdas. Desde las 9 de la noche, hora colombiana, el Tribunal Superior Electoral de Brasil adelantaba un juicio en su contra por abusos de poder y financiación ilegal de su campaña como fórmula vicepresidencial de la destituida Dilma Rousseff en 2014.
Aunque el juicio no es exactamente un impeachment, sí evalúa si fueron válidas o no las elecciones de hace tres años, lo que en efecto podría dejar al actual presidente por fuera del poder.
Al cierre de esta edición, la duración y alcances del proceso no eran claros. Por eso, Rogério Arantes, politólogo y profesor de la Universidad de São Paulo, advertía que si bien el juicio comenzaba ayer, no se podía predecir cuando terminaría ni cuál sería el resultado.
Pese a eso, continuó el experto, con la hipótesis de la anulación de la victoria de 2014, el cargo de presidente quedará vacante, y en ese caso, según la regla constitucional brasileña, si el mandatario es destituido o se retira a partir de la segunda mitad de su mandato, corresponde al Congreso elegir indirectamente al nuevo líder, que en este caso permanecería en el cargo hasta 2018, cuando habrá presidenciales (ver paréntesis).
Los pronósticos
La expectativa, según identificaba ayer desde Brasilia Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Wilson Center para la investigación, “es que no va a suceder absolutamente nada”, que el Tribunal Superior Electoral hará caso omiso a la presión ciudadana y decidirá a favor de Temer.
Y es que para Sotero son relativamente claras las posiciones de tres de los siete magistrados sobre la no remoción del mandatario, mientras las demás, “muy posiblemente”, sean tímidas respecto a medidas radicales. De hecho, señala, los análisis en los principales medios de ese país apuestan por un resultado 4-3 ó 5-2 en la votación, favorable con Temer.
Ahora bien, si así resulta la decisión, el Tribunal corre el riesgo de perder credibilidad, cuando el 90,6 % de los brasileños, según una encuesta del Instituto de Investigación de Paraná, quieren la salida del presidente, cuya popularidad ha sido más baja que la de la misma Dilma Rousseff en sus momentos más críticos.
De todas formas, el rechazo a Temer, sumado a sus evidentes vínculos con casos de corrupción y a su dificultad para hacer despegar de nuevo la economía, podrían torcer la predecible decisión del Tribunal respecto a su permanencia en el poder.
Difícil recuperación
En cualquiera de los dos escenarios (el cambio de presidente o no), la inestabilidad política del país vecino pone en riesgo sobre todo su recuperación económica. De acuerdo con Giovanni Reyes, doctor en Economía de la Universidad de Pittsburgh y docente de la Universidad del Rosario, Brasil necesita de políti-
cos transparentes, capaces de hallar soluciones a una economía que por tercer año consecutivo no crece (algo que no sucedía desde 1930).
De otro lado, la recesión tiene a 14,2 millones de personas sin empleo (ellos representan el 13,7 % de la población activa), y eso, unido a la reducción de la renta de los trabajadores y al encarecimiento del crédito, ha hecho que se congele el consumo interno de Brasil.
Con lo anterior, continúa Reyes, los inversionistas se han alejado de la principal economía de América Latina, y pone como ejemplo a Argentina, cuyas exportaciones a Brasil durante el primer trimestre de 2017 fueron de 16 %, cuando en el mismo período
del año pasado la cifra fue del 21 %, y a China, que no está invirtiendo como se esperaba.
A su vez, la falta de autoridad moral del Gobierno incrementa la desconfianza de los mercados y frena la promesa de Temer de que el país hará las reformas necesarias para mostrar una recuperación en 2018.
Para Saúl Pineda, director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario, el impulso tan esperado de Brasil dependía en parte de la imagen del Gobierno en los mercados internos y externos, pero ahora
ni siquiera consigue un liderazgo fuerte en el Mercosur.
“Su crisis política se vuelve crisis económica”, advierte Pineda, y añade que en un momento en que América Latina necesita la fortaleza de sus dos gigantes (México y Brasil) para tener un diálogo más equilibrado con Estados Unidos, que ahora propende por el proteccionismo. Sin embargo, concluye el experto, la mala noticia es que México está entrompado en una enorme dependencia económica del Norte y Brasil se enfrenta a una incapacidad de resolver sus crisis internas