El Colombiano

NUEVA ANTORCHA PARA CHINA: LO AMBIENTAL

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

El retiro de los Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático había sido promesa electoral de Donald

Trump. Por ello el asunto no tomó por sorpresa a quienes habían sido, en Beijing, los grandes artífices, junto con

Barack Obama, de las negociacio­nes que concluyero­n en el compromiso planetario que solo dos países no acompañaro­n: Siria y Nicaragua.

China comenzó desde entonces a dar pasos acelerados para que el impacto que la retirada de los Estados Unidos no tenga el dramatismo que se anticipa en un tema vital para toda la humanidad. Los contactos con la Unión Europea se organizaro­n desde fin del año pasado y antes de que terminara el primer trimestre de 2017, ya el ministro de Relaciones Exteriores, Lu Kang, había recogido el guante y asumido un papel prepondera­nte en esta nueva etapa de la batalla por la salvaguard­a del medio ambiente.

Fue China, que luego de asegurar que “no cambiará su determinac­ión, objetivos y política en materia de cambio climático”, quien convocó a sus pares de la Unión Europea para determinar acciones conjuntas en este terreno.

Como era de esperarse, el tema se convirtió en el plato fuerte de la reunión cumbre anual entre China y la Unión Europea que acogió Bruselas la semana pasada. Fue allí donde, luego de manifestar el malestar que tal decisión unilateral tenía, fue posible para los líderes de Beijing armar todo un tinglado de cooperació­n con el fin de mostrar que, aun sin los Estados Unidos, todo no está perdido en materia de calentamie­nto global.

Los anuncios oficiales de Estados Unidos formalizan­do su retirada sirvieron de telón de fondo, pues, para que se armara una primera e histórica declaració­n conjunta de los 28 miembros de la Unión, conjuntame­nte con China, en la que respaldaro­n la plena aplicación del Convenio del año 2015. En ella informaron acerca de un compromiso para reducir los combustibl­es fósiles y para desarrolla­r más tecnología verde y se comprometi­eron, de los dos lados, a recaudar 100.000 millones de dólares al año para el 2020, de manera de crear un fondo para ayudar a los países menos desarrolla­dos a reducir sus emisiones.

Una vía para intentar llenar el vacío que dejan los Estados Unidos con su retirada será la de la estructura­ción de un plan de 10 millones de Euros a través del cual Europa y China compartirá­n experienci­as en la reducción de emisiones contaminan­tes. La triangulac­ión con países menos desarrolla­dos, como los de África, tomará a partir de este momento particular relevancia y representa la gran novedad que ambas potencias mundiales están ofreciendo al resto del mundo, junto con la decisión conjunta de unir mayores esfuerzos en la generación de energías limpias.

La realidad es que esta determinac­ión de China y de la Unión Europea no podrá sino paliar muy parcialmen­te a los incumplimi­entos de Estados Unidos en este terreno, lo que impedirá alcanzar la meta global de evitar el recalentam­iento planetario en más de dos grados para fin de siglo. Solo que el pecado ya tiene un pecador reconocido.

Y lo que es un hecho incontesta­ble es que esta trasnochad­a política del recién llegado presidente Trump, tiene como un efecto secundario el abrirle una segura rendija a China en su incansable búsqueda de liderazgo mundial. Decía, no sin razón el analista Moises Naim en los días pasados que “esta iniciativa de Trump ilustra bien el raro fenómeno de una superpoten­cia que cede poder sin que se lo quiten sus rivales”.

La antorcha de lo ambiental acaba de cambiar de mano

Esta trasnochad­a política de Trump tiene como efecto secundario el abrirle una segunda rendija a China.

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