Artes marciales, la cura de Juan David
Una lesión lo sacó del fútbol, se deprimió pero hoy renace con gran fuerza.
El fútbol le dio la posibilidad de soñar con ser jugador profesional para sacar adelante a su familia, pero después lo sumió en una profunda depresión de la que solo lo sacaron las artes marciales mixtas. La historia de Juan David Acosta ha tenido altas y bajas.
Este caleño, que vive hace 11 años en Antioquia, se fue a probar suerte en el fútbol argentino tras la ilusión de triunfar allí.
“Jugaba de delantero, me fui a los 17 años para Argentina, donde duré tres años. Inicialmente llegué a un campamento donde nos preparaban físicamente y entrenábamos dos veces al día. Después nos remitían a clubes como River, Boca, Morón. Pasé por muchos, hasta que llegué a las inferiores de Huracán”.
En este último equipo pensó que el sacrificio de estar lejos de casa había valido la pena, que su sueño se estaba materializando. “Marqué goles, pero económicamente no me pude sostener y tiré la toalla poco antes de que me contrataran, así que decidí volver”.
Sin embargo, no renunció al balompié y en su regreso al país, Jaguares de Córdoba le dio la oportunidad de estar en sus filas. Pero el destino es impredecible y le tenía preparada una gran prueba. “En un partido me pegaron un codazo, caí y me disloqué el hombro, el rival me cayó en el tobillo y me lo dobló. Hasta ahí llegué con el fútbol”.
Esa lesión lo alejó de las canchas, regresó a Medellín decepcionado y se sumió en una profunda tristeza.
“No quería hacer nada, ni estudiar, salir o jugar. Estaba muy decaído”.
Un amigo suyo, Esteban Marín, que entrenaba jiu-jitsu, le dijo que si quería aprender a defenderse. Él le respondió
que no, que porque ya sabía pelear, pero terminó cediendo y lo acompañó a una clase.
Ese fue el renacer para Juan David. Desde la primera práctica se engomó con la disciplina: “empecé a entrenar a diario y de esa forma me fui recuperando, me emocioné y acá estoy a la espera de esta pelea que tendré el sábado”.
Tiene 21 años y vive con sus padres, que lo apoyan. “Ellos nunca se meten en lo que a mí me gusta, siempre me respaldan”.
De esa forma volvió a recuperar sus anhelos y metas en la vida. “En esta disciplina quiero dar lo mejor de mí hasta donde Dios me lo permita, ser alguien reconocido y que la fama no se me suba a la cabeza. Me gustaría llegar a Bellator (una de las federaciones más grandes de artes marciales mixtas del mundo)”.
Algo paradójico es que antes era agresivo y hoy ha podido canalizar ese comportamiento. “A mis compañeros aprendí a verlos como iguales, ni más ni menos. Aprendí el respeto por mí y por los demás”.
El sábado peleará ante David Gaviria, en la velada de UGP (Último Guerrero en Pie) en el Palermo de San José. Cuando esté en el octágono, recordará que sus pies le han servido para algo más que hacer goles: estar firme en el suelo y aprender que hay otras opciones para los jóvenes en el deporte, en este caso en las marciales mixtas
“Tenía un vacío y esta disciplina ha sido la mejor terapia. Me ha enseñado a respetar, perseverar, mejorar y a controlar mis emociones”.