La remontada fue épica para prender estrella 16
Tras el 5-1 sobre el Cali en el Atanasio, Nacional completó 28 trofeos en sus 70 años. Sexto logro de Rueda. Mejor arquero, goleador y figuras, los logros.
Arrodillados sobre el césped en el que acababan de dejar el sudor y el alma, Franco Armani, Mateus Uribe, Macnelly Torres, Francisco Nájera y otros jugadores de Nacional festejaron la victoria 5-1 (global 5-3) sobre el Cali, que significó su decimosexta estrella en el torneo colombiano.
En el banco, Reinaldo Rueda se abrazaba con sus compañeros del cuerpo técnico y directivos, pues su sexto logro con los verdolagas le había costado mucho esfuerzo, quizás más del esperado, especialmente en las últimas rondas en las que más con ardentía que con fútbol sus jugadores sacaron adelante las batallas ante Millonarios y Cali.
Ayer, el Día del Padre, en el Atanasio, no fue la excepción, porque a pesar de lo amplio del marcador, el equipo local tuvo falencias de las que poco se habla en el momento de la celebración.
Cada uno subió a la tarima por la medalla y, juntos, levantaron el trofeo que los acreditaba como los mejores de la Liga Águila-1, en la que perdieron dos partidos. Después se fueron a ofrecerlo a sus seguidores, como lo habían hecho recientemente en las final de la Recopa Sudamericana.
La hincha fue fundamental
El espectacular recibimiento con fuegos pirotécnicos y humo verde y blanco que cu- brió todo el Atanasio no podía quedar en vano. Esto, además del furor de 44.189 aficionados en las tribunas, contagiaron a los jugadores de Nacional que a los 15 minutos, tras los goles de Macnelly Torres y Mateus Uribe, ya había cumplido la primera misión, empatar la serie.
Los de casa superaron la lesión de Farid Díaz y sabiendo que “no habría un mañana”, como lo manifestó en la víspera Andrés Ibargüen, pusieron contra las cuerdas a un visitante que, sin embargo, no llegó a encerrarse.
Con un Ibargüen iluminado, así como lo quiere ver siempre la afición, Nacional sacó la casta e hizo soñar.
La gente, de pie, alentaba para que llegara el tercer gol de la noche. Pero el 2-1 de Cali, que salió de los pies de Jéfferson Duque (el balón lo desvió Bocanegra), la silenció después de que Armani hiciera de todo por evitarlo.
Los nervios parecieron invadir a los dirigidos por Rueda y pagaron caro los errores defensivos. El panorama se tornaba oscuro hasta que apareció de nuevo la inspira- ción de Ibargüen que, con una pincelada, recuperó la esperanza en un estadio que, al unísono, les recordaba a sus ídolos: “esta noche tenemos que ganar”.
Con la tarea hecha en la etapa inicial, atrás quedaron los parpadeos de Edwin Velasco y Daniel Bocanegra, que sufría en la marca de sus adversarios.
El éxtasis final
Quedaban 45 minutos para completar la hazaña, esta vez con un Cali más conservador. Los rostros de los hinchas, eufóricos al comienzo, empezaban a desencajarse al ver que el tiempo transcurría. Pensar en la definición por penaltis causaba susto.
Físicamente, el verde se notaba cansado, mientras Cali parecía tomar un nuevo aire. Pero fue el penalti que le cometió de Danny Rosero a Dayro, y que él mismo convirtió, espantó los fantasmas del Atanasio.
Un hincha de preferencia sacó la estrella 16 y se prendió la fiesta, que se hizo más intensa con el 5-1 definitivo de Rodin Quiñones tras un contragolpe y en remate que pareció hecho con las fuerzas de todos los asistentes. De ahí en adelante todo fue euforia, las linternas de los celulares empezaron a encenderse y las palmas de las manos acompañaban los cánticos: “Oe, oe, oe, cada día te quiero más”, cantaba la masa verde que en 70 años ha visto levantar 28 títulos a su equipo