“Sindicatos deben repensarse ante los cambios productivos”
Kjeld Jakobsen, consultor en temas laborales, plantea desafíos de trabajadores y empresarios.
La creciente automatización productiva de las empresas en la llamada cuarta revolución industrial, la descentralización productiva en distintos países, fuertes cadenas globales de suministros (un solo producto se elabora con insumos y partes procedentes de distintas latitudes), son aspectos que inciden e incidirán cada vez más en la vida de los trabajadores y los mercados laborales.
En ese escenario, al consultor brasileño en temas laborales Kjeld Jakobsen no le cabe duda del rezago que ha tenido el sindicalismo latinoamericano y, en particular, el colombiano, como instrumento para evitar la pérdida de derechos laborales y propiciar condiciones de trabajo decente.
“Los sindicatos deben repensarse ante el cambio de modelo productivo, deben articularse y mostrarle con datos concretos a otros trabajadores no sindicalizados los efectos que puede tener en sus vidas la transición productiva actual”, comenta el asesor de la Confederación Sindical de las Américas (CSA), quien también ha hecho parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Jakobsen es economista, magíster en políticas públicas y adelanta un doctorado en relaciones internacionales. A su cargo ha tenido varias investigaciones sobre la realidad laboral latinoamericana y del rol del sindicalismo en procesos de paz en la región y el mundo (ver Dicen de…). Así respondió a EL COLOMBIANO en su última visita a Medellín:
¿Cuáles consecuencias traerá para los trabajadores la llamada cuarta revolución industrial?
“Las innovaciones y cambios tecnológicos acompañan la vida de los trabajadores desde la primera revolución industrial. La diferencia es que hoy los cambios son más rápidos y eso crea dificultades en temas laborales. Estamos en una transición de modelo productivo en que precarizar condiciones laborales es más sencillo en el sector de servicios, pero en los procesos industriales no es tan simple: puede haber más robots, pero igual se necesitará quien los fabrique y los opere”.
¿Qué efecto tiene esto en las relaciones laborales?
“Que se busquen nuevas formas para ganar productividad es un proceso natural. Lo que no es natural ni bueno para el desarrollo es hacerlo a partir de la reducción del costo laboral, que al final impacta el menor consumo de productos y servicios por parte de los hogares y, por ende, afecta a las mismas empresas con una menor demanda. ¿Para qué producir vehículos si no tengo quién los compre?”.
Pero los empresarios colombianos reclaman que los costos laborales son muy altos y que eso resta a la competitividad del país.
“Esa afirmación se queda corta ante el hecho de que en Colombia solo 13 % de la población ocupada gana más de dos salarios mínimos, según el Ministerio del Trabajo. Ahora, si quieren mantener una perspectiva colonial de solo mirar el costo salarial, hay que recordarles que la competitividad laboral pasa hoy más que nunca por tener trabajadores cualificados, tecnologías de producción modernas y una adecuada estrategia corporativa en un mercado ciertamente más complejo”.
¿Considera que el sindicalismo está respondiendo de manera adecuada a los cambios en los modelos de producción?
“Muchas organizaciones sin- dicales no han respondido adecuadamente, pues aún funcionan con modelos del tiempo del fordismo (producción industrial en serie). Sin duda, deben adaptarse a realidades de mercados con alta informalidad, como es el caso de Colombia y otros países de América Latina. También deben tener claridad de que las pretensiones laborales no pueden ser iguales en todos los sectores. Asimismo, resulta urgente una mayor coordinación para trabajar en redes nacionales e internacionales para buscar que los consumidores castiguen a compañías que vulneren derechos laborales o premien a quienes los respetan y mejoran, como se aprecia en países con mayores niveles de desarrollo”.
¿A qué atribuye la creciente aversión del empresariado a los sindicatos?
“Un problema recurrente de los empresarios en América Latina
es que solo piensen en el cortísimo plazo, cuando las estrategias deben mirarse en un horizonte mayor. Quienes lo han hecho, comprenden que la libertad sindical y la negociación colectiva son necesarias no solo para regular condiciones de trabajo, sino también para dar estabilidad financiera a la empresa y fomentar mayor productividad en el futuro”.
En ese contexto, ¿ve condiciones para que aumente el trabajo decente al que concita la OIT?
“No basta con consignar en leyes y otras normas nacionales los derechos laborales, hay que asegurar su implementación y que el Estado haga mejor vigilancia. Por ejemplo, la libertad sindical es un derecho, pero en la práctica es difícil ejercerlo. Así que no hay un diálogo social efectivo entre trabajadores, empresas y Gobierno, si los acuerdos alcanzados no se reflejan en relaciones constructivas de largo plazo, en que todos pongan y todos ganen”
““El cambio en el paradigma productivo implica que los sindicatos adopten nuevas estrategias para defender derechos de los trabajadores”.