185 bombas Hiroshima sobre Siberia
Es el año 1908 y apenas transcurrieron algunos segundos de las siete de la mañana. Un hombre yace sentado en el balcón de un solitario establecimiento comercial en Vanavara, Siberia. En solo unos instantes será arrancado de su silla y el calor será tan intenso que sentirá como si su camisa estuviera envuelta en llamas. Así es como se sintió el llamado evento de Tunguska a 64 kilómetros del epicentro. A pesar de que el impacto ocurrió en 1908, la primera expedición científica que llegó al área lo hizo 19 años después. En 1921, Leo
nid Kulik, el conservador principal de la colección de meteoritos del Museo de San Petersburgo condujo una expedición a Tunguska. No obstante, las duras condiciones de la zona del interior de Siberia impidieron al equipo alcanzar el área de la explosión. En 1927, una nueva expedición, liderada otra vez por Kulik, logró finalmente alcanzar la meta. Aunque se hizo muy difícil obtener testimonios de lo sucedido, la evidencia abundaba alrededor. Aproximadamente 2.100 kilómetros cuadrados de bosque quedaron partidos en dos. Ochenta millones de árboles yacían a ambos lados, derribados en un patrón radial sobre el suelo. Se estima que el asteroide de 37 metros hizo su entrada a la atmósfera viajando a una velocidad de aproximadamente 53.900 kilómetros por hora. Durante su rápida caída, la roca espacial de casi 110.000 toneladas (220 millones de libras) calentó el aire a su alrededor hasta alcanzar una temperatura de 24.700 grados Celsius. A las 7:17 a.m. (hora local de Siberia), a una altitud cercana a los 8.500 metros (28.000 pies), la combinación de presión y calor provocó que el asteroide se fragmentara y se destruyera, produciendo de este modo una bola de fuego y liberando energía equivalente a alrededor de 185 bombas de Hiroshima.