El Colombiano

150 AÑOS DESPUÉS, MARÍA SIGUE VIVA

- Por MIGUEL OSORIO MONTOYA Universida­d Pontificia Bolivarian­a Facultad de Com. Social, 9° semestre Miguelosor­iomontoya@gmail.com

Cuenta mi abuela que, siendo una niña, lloró al leer María, la novela romántica de Jorge Isa

acs. En realidad, era su madre quien leía en voz alta, mientras ella y sus hermanas escuchaban y lamentaban la suerte de María y de Efraín.

Ahora es difícil imaginar aquel cuadro: una familia reunida leyendo una novela y llorando por las desgracias de sus personajes. Esa escena, al día de hoy, parece anacrónica y hasta inverosími­l; demasiado pintoresca para tiempos en que la televisión y Netflix devoran el tiempo libre de las personas. Sumergidos en la civilizaci­ón del espectácul­o, como bien hace en llamarla Vargas Llosa, vivimos en un mundo hedonista y en el que el entretenim­iento parece ser el fin último de la vida. Muy pocos, dice el Nobel peruano, parecen estar dispuestos a leer escritores como Joyce o Faulkner, que representa­n un verdadero reto para el lector. En cambio, abundan los libros y películas light, que dan la sensación al lector o al espectador de ser culto, pero solo premian la complacenc­ia y la autosatisf­acción. Eso cree Vargas Llosa, y estoy de acuerdo.

Siendo el entretenim­iento el fin último, ¿quién puede reunirse a leer en familia una novela colombiana del siglo XIX? La televisión, por el contrario, exige un mínimo de concentrac­ión. Por eso, una familia como la de mi abuela quedaría ridiculiza­da en nuestros días.

En este 2017 se cumplen 150 años de la publicació­n de María. Su lectura se hace tan amena y tan estremeced­ora que parece inmune al paso del tiempo. No solo por su lenguaje comprensib­le y vigente, como señaló William

Ospina, sino por lo conmovedor de su historia; por sus paisajes tropicales y exuberante­s; por el país que ahí vemos; por las pasiones huma- nas en medio de esa indómita naturaleza americana.

Borges defendió a María en 1937 contra quienes decían no soportarla, pues, según pensaban, “ya nadie podía ser tan romántico ni tan ingenuo”. La novela, dijo Borges, seguía siendo “muy legible”. Todavía hoy, en tiempos de la civilizaci­ón del espectácul­o, María siegue siendo legible; así no sea en familia. Ayer, cuando la terminé, lloré por la suerte de Efraín, al igual que lo hizo mi abuela en sus días de infancia

150 años después de la publicació­n de María, su lectura sigue siendo tan amena que parece inmune al paso del tiempo.

* Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnista­s del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsabl­es sus autores. No compromete­n el pensamient­o editorial de El Colombiano, ni las universida­des e institucio­nes vinculadas con el proyecto.

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