El Colombiano

Vicealcald­es y Cuerpos de Paz

Aunque la figura que se pone en marcha ahora no es la misma que se anunció al año pasado, pues ya no será un cargo militar, su encaje constituci­onal sigue siendo dudoso.

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Comenzarán a funcionar, en siete municipios de Antioquia, las que han sido denominada­s Vicealcald­ías de Seguridad y Convivenci­a, acompañada­s de un equipo llamado Cuerpos de Paz, término usualmente asociado a operacione­s internacio­nales de cooperació­n multilater­al.

En primera instancia se instalarán en Anorí, Dabeiba, Ituango, Remedios y Vigía del Fuerte, donde están ubicadas las Zonas Transitori­as de Normalizac­ión de los guerriller­os de las Farc en este departamen­to. Luego empezarán en Segovia y Briceño.

La modalidad de estas vicealcald­ías ha cambiado desde que, de forma incipiente e improvisad­a, fue anunciada el año pasado por el gobernador Luis Pérez. En principio se habló de vicealcald­es militares, uniformado­s en servicio activo que desempeñar­ían sus funciones “en comisión de servicio, como inspectore­s de Policía o corregidor­es”.

Ahora serán coroneles en uso de buen retiro. El gobernador no especificó coroneles de cuál fuerza, pero la Gerenta de Paz de Antioquia dijo hace dos semanas que podrían ser de la Policía o del Ejército. Por la “lentitud del Gobierno Nacional” en tomar decisiones, se- gún queja del gobernador, será el Departamen­to el que asuma los costos tanto de los vicealcald­es como de los jóvenes que compondrán los Cuerpos de Paz (una decena por cada municipio). Tendrán un período de labores entre seis meses y máximo un año.

El planteamie­nto de fondo para la creación de esta figura administra­tiva puede ser plausible: los territorio­s que una vez liberados por las Farc quedan a merced de otros actores criminales deben ser protegidos con la presencia estatal y manifestac­iones visibles y eficaces de institucio­nalidad.

Según lo explicado por el gobernador y la Gerenta de Paz, estos equipos que se trasladan a estos municipios “serán los oídos” en esos territorio­s, y deberán trabajar mano a mano con la comunidad y bajo la autoridad del alcalde.

Esta es una tarea que ciertament­e deberán asumir los mandatario­s regionales y locales, que tendrán que afinar los instrument­os de gobierno, la eficacia y la eficiencia en el cumplimien­to de los objetivos estatales, entre ellos los de seguridad.

Pero si bien la concepción de llevar la institucio­nalidad a esas zonas donde por déca- das reinó la guerrilla y la ley de los fusiles tiene plena justificac­ión, el acople legal y administra­tivo de esos vicealcald­es sigue generando dudas. Las competenci­as que el gobernador anuncia para estos nuevos funcionari­os son las mismas que ejercen los alcaldes y sus gabinetes. Su implantaci­ón teledirigi­da desde la Gobernació­n, así los alcaldes formalment­e hayan autorizado su operativid­ad, no deja de tener complicado encaje constituci­onal.

Aunque la idea es que funcionen un período no mayor a un año, es previsible que una vez puesto en marcha el modelo se vaya prorrogand­o, máxime si sus resultados pueden considerar­se exitosos. Varias organizaci­ones ya han anunciado demandas contra el acto legal que crea las vicealcald­ías.

A lo mejor va a tener mejor resultado en la gestión del posconflic­to, si no es para hacer política proselitis­ta o para pagar favores burocrátic­as, el modelo de los Cuerpos de Paz con jóvenes universita­rios, con formación académica multidisci­plinar. Serán estos grupos de apoyo los que segurament­e van a hacer mayores aportes en esas zonas que sienten lejanía del Estado

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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