Juegue para entrenar el cerebro
Esta es una de las propuestas de las neurociencias para aprender. Las investigaciones han encontrado que el juego nos enseña a enfocarnos y centrar la atención en tareas específicas.
El juego no es exclusivo de los humanos, aunque sí característico de los mamíferos, según han encontrado los científicos. ¿Por qué y para qué jugamos?
Algunos creen que el juego se originó como una forma de preparar nuestro cuerpo físicamente para enfrentar los retos de la vida real. Sin embargo, aunque esta idea tiene sentido, la evidencia no es muy convincente. En la selva el juego podría convertirse en un desperdicio de recursos; un animal joven puede invertir entre el 12 y el 15 por ciento de sus recursos energéticos en él.
Hace un tiempo, The New York Times publicó un artículo en el que revela varios estudios científicos que apoyan la teoría de que preparar el cuerpo puede no ser una prioridad del juego. En su lugar, el objetivo de esta actividad podría ser preparar al cerebro: jugar se ha probado como algo provechoso para el aprendizaje. Hay que aclarar que no es lo único que tiene impacto en el desarrollo del cerebelo: el ejercicio también influye, por ejemplo.
Según Luis Carlos Ramírez, candidato a magíster en neurociencias de la Universidad Nacional de Colombia, quien estará esta noche en el Parque Explora para hablar de sus investigaciones en neuroeducación y en didáctica de la investigación en el aula, explica: “El juego ha sido fundamental para desarrollar habilidades y competencias adultas. Nos ayuda a relacionarnos y a regular emociones”.
Vieja idea, nuevas formas
Ya Aristóletes lo había dicho: “En la enseñanza no hay que empezar por el principio, sino por lo que más motiva”. Lo expresó sabiendo que lo que mo-
tiva emociona, pero sin saber que las emociones activan hormonas suprarrenales, como la adrenalina, que facilitan la formación de la memoria.
Las investigaciones sobre cómo funciona el cerebro aseguran que olvidamos el 40 % de lo que aprendimos después de 20 minutos y esto incrementa al 80 % una semana después. Una de las teorías es, como dice Ramírez, “la educación tradicional va en contra de la creatividad”.
Es por esto que surge la neuroeducación. “Este campo emergente busca entender cómo las experiencias educativas generan cambios en el cerebro para personalizar la experiencia”, dice el experto.
Así como la educación busca mejorar el aprendizaje, las neurociencias tratan de entender los procesos mentales involucrados en él. Este terreno común sugiere un futuro en el que la práctica educativa puede ser transformada por la ciencia y viceversa, así como la práctica médica fue transformada por la ciencia hace aproximadamente un siglo.
Mientras este campo avanza, no lo dude, póngase a jugar. Su cerebro lo agradecerá