CHINA PRESIONA, PANAMÁ CEDE
Panamá era de los poquísimos países – 19 en el mundo-en relacionarse y mantener un reconocimiento a Taiwán como República de China. Pero su política exterior acaba de dar un importante viraje reconociendo el status de “Una sola China” para dejar su relación con Taiwán en la estacada.
Esto, para el gobierno en Taipei ha sido una afrenta diplomática de gran calado. Hacía apenas un año que la presidenta Tsai Ing-wen había visitado el país centroamericano junto con los otros de la región centroamericana para afianzar sus lazos. Porque es que en esa región de nuestro continente se ubican unos cuantos entre los países que no comulgan con las tesis políticas de Pekín – Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras- que aspira a que la isla taiwanesa le sea anexada territorialmente por las buenas, o por las malas. Eso viene ocurriendo hace casi 80 años. La ruptura de Panamá con Taiwán para favorecer a la República Popular China afianza el aislamiento de la isla del concierto internacional.
Para China, este movimiento de Juan Carlos Varela es significativo porque anticipa que ello podría hacer cambiar de parecer a los restantes países que aun soportan a Taiwán y mantienen relaciones económicas, comerciales y de cooperación mutua.
China, con todo el poderío económico que ha conseguido desarrollar en los últimos 50 años, piensa que solo es cuestión de tiempo que los otros países sigan el ejemplo de Panamá al deslastrarse de las relaciones con Taiwán. Para ello ofrecerá cantidades de incentivos para poner bajo su égida a los vecinos de Pa- namá en América Central.
A China no le faltan recursos para aislar a Taiwán. La realidad es que China está usando toda la influencia de que puede echar mano internacionalmente para asfixiar a Taiwán y debilitar a su gobierno. De hecho tiene tiempo evitando el flujo de viajeros desde China a la isla para golpearla económicamente, pero más que eso, se ha empeñado en poner piedras en el camino de Taipei en los pocos foros internacionales en los que aún Taiwán puede actuar en solitario en calidad de observador.
La relación bilateral entre Panamá y la República popular China, en lo diplomático y formal, no va a cambiar mucho. Ambos países, a pesar del histórico y molesto reconocimiento de Taiwán por parte de los panameños, han conseguido convertirse en muy fuertes aliados en lo económico y comercial. El comercio entre ambos supera 1000 millones de dólares y es China el mejor cliente del Canal panameño. Pero si bien la República popular no se convierte, por la fuerza del reconocimiento, en un nuevo salvavidas ni nada parecido, las promesas de nuevas y mejores inversiones evidentemente han representado un anzuelo para el presidente panameño. Ya está andando un proyecto para la construcción de un puerto de aguas profundas por un valor de 1.000 millones de dólares capaz de poner a salivar a cualquiera. Hay, también, sobre la mesa, la promesa de nuevas inversiones en otros sectores y ya es conocido el tamaño de las mismas cuando se habla en guarismos chinos. Esto, de cara a cualquier esfuerzo que pudiera querer realizar Taipei en ese terreno, se ha tornado definitorio.
Hay que pensar que desde Pekín no cejarán en su propósito de conseguir el total reconocimiento de su unidad territorial por parte de los que aún quedan sin otorgarles tal consideración. Lo natural es pensar que los próximos en la lista sean los 12 países de Latinoamérica que aún se encuentran rezagados