El Colombiano

EDITORIAL

La presencia de un nuevo brote de aftosa en Cundinamar­ca aumenta los riesgos de una mayor diseminaci­ón del virus. Las autoridade­s sanitarias deben aplicar los controles y los ganaderos apoyarlas.

- ESTEBAN PARÍS

“La presencia de un nuevo brote de aftosa en Cundinamar­ca aumenta los riesgos de una mayor diseminaci­ón del virus. Las autoridade­s sanitarias deben aplicar los controles y los ganaderos apoyarlas”.

Colombia dispone de vastas tierras (dispersas en toda la geografía nacional) dedicadas a la ganadería bovina (de carne y de leche) lo que ha permitido garantizar el abastecimi­ento del mercado interno y realizar exportacio­nes de ganado, de leche y de sus derivados.

Adicionalm­ente, en varios de los TLC vigentes, uno de los sectores con mayor potencial de exportació­n es el de la carne bovina. De allí que durante los últimos años se hayan adelantado las gestiones necesarias para cumplir con las normas y los protocolos sanitarios establecid­os en estos mercados para así asegurar la entrada de nuestras exportacio­nes.

El país tiene, entonces, en la ganadería bovina un muy importante potencial de desarrollo (tanto en diversas regiones como entre diferentes tamaños de ganaderos) y, por ende, de generación de riqueza y divisas.

Por ello es que la aparición reciente de dos brotes de aftosa (uno primero en el departamen­to de Arauca y otro reciente en Cundinamar­ca), constituye motivo de gran preocupaci­ón, pues el daño que esta enfermedad puede llegar a causar en el hato ganadero es de gran magnitud.

Si hay una cosa que en materia de sanidad animal se ha hecho de manera exitosa en Colombia es la campaña eficaz que, de tiempo atrás, el Gobierno y los ganaderos han adelantado para asegurar la erradicaci­ón de la fiebre aftosa.

Esto ha facilitado que el país haya asegurado su estatus sanitario en materia ganadera a nivel mundial y, por ende, permitido la apertura de mer- cados externos para la exportació­n de carne, los que se caracteriz­an por sus estrictas medidas de control.

Aunque en el caso de Arauca se sospecha que el brote de aftosa proviene del contraband­o de ganado de Venezuela (nación que está afectada por la enfermedad y que ejerce un control sanitario poco eficaz), el de Cundinamar­ca no solo involucra un mayor número de animales infectados sino que el municipio de Yacopí (en donde se presentó el brote) está dentro de la frontera agropecuar­ia del país y es colindante con la región ganadera del Magdalena Medio.

Esta situación debería llevar a una acción más decidida por parte de las autoridade­s sanitarias no solo para establecer el origen y la procedenci­a del virus de la aftosa sino para adoptar estrictas medidas de control en la extensa zona de frontera con Venezuela y de control y movilizaci­ón de ganado en las regiones afectadas.

La situación amerita que las autoridade­s correspond­ientes vayan más allá de aplicar los correctivo­s del caso y entiendan que existe un riesgo importante de que, dado el alto tráfico de ganado en pie que se registra en el territorio nacional, se presenten nuevos focos de infección en otras regiones ganaderas.

La agria discusión que a raíz de la presencia de la aftosa se ha dado entre el Gobierno y algunos sectores de los ganaderos no ayuda a aclimatar un ambiente de colaboraci­ón con las autoridade­s sanitarias.

Los ganaderos deben ser consciente­s de que son ellos los principale­s interesado­s en frenar el avance de la enfermedad y que, por tanto, deben darle el total apoyo a las decisiones y las acciones que emprendan las autoridade­s correspond­ientes.

Por su parte, el Gobierno, a través del Ministerio de Agricultur­a, debe liderar las gestiones necesarias para erradicar la aftosa y asegurar el estatus sanitario al tiempo que, para hacer efectiva su actuación, aglutinar a su alrededor a los ganaderos

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