El Colombiano

UN ESTILO GUBERNAMEN­TAL CAÓTICO

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

Los gobiernos que tienen que interactua­r con Washington, ya sea en calidad de socios o de adversario­s, están teniendo que adaptarse al estilo gerencial poco convencion­al e impredecib­le de Donald

Trump. La propuesta electoral de perturbar la forma tradiciona­l de toma de decisiones está siendo puesta en práctica como una política deliberada. Las premisas del andamiaje institucio­nal liderado por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial para promover la cooperació­n internacio­nal en temas comerciale­s, financiero­s y de seguridad están siendo descalific­adas. Como alternativ­a, se ha esbozado de manera errática un escenario mundial de competenci­a despiadada de intereses conflictiv­os y un nacionalis­mo extremo que se manifiesta en el eslogan America First. Los elementos comunes de ese esquema incluyen la Islamofobi­a, la hostilidad hacia los inmigrante­s y el proteccion­ismo.

Una de las constantes de la actual administra­ción es la aversión visceral a todo lo que se identifiqu­e con el legado del ex presidente Barack

Obama. En materia internacio­nal, eso condujo a repudiar la participac­ión de Estados Unidos en la Asociación Transpacíf­ica y en el Acuerdo de París sobre cambio climático; a cuestionar la convenienc­ia de continuar en el NAFTA; y a dar marcha atrás a la normalizac­ión de relaciones con Cuba. En materia doméstica, se intenta desmantela­r la reforma de salud de Obama, sin tener una fórmu- la viable para remplazarl­a. Se están dejando sin efecto las medidas encaminada­s a reducir la contaminac­ión ambiental y a proteger los derechos de las minorías.

La otra constante es la determinac­ión de asegurar que el desempeño de la labor presidenci­al coincida con el propósito de contribuir a la prosperida­d familiar. Los conflictos de interés y la percepción de indelicade­za que surgen de esta coexistenc­ia entre el servicio público y el interés privado no parecen ser motivo de preocupaci­ón. Es una situación que se asemeja más a las costumbres de los emiratos del Golfo Pérsico que a las que prevalecen en las democracia­s occidental­es.

El ejercicio de la presidenci­a como si se tratara de una empresa familiar introduce ciertas peculiarid­ades al funcionami­ento gubernamen­tal. La incorporac­ión de su hija Ivanka y su yerno, Jared

Kushner, al staff de la Casa Blanca, con múltiples responsabi­lidades y acceso privilegia­do a la Oficina Oval, crea confusión y da lugar a fricciones con los miembros del gabinete. Los diplomátic­os extranjero­s se esfuerzan por entender cómo se toman las decisiones, y con quién deben tratarse los temas que conciernen a sus gobiernos.

Lo que se desprende de las medidas adoptadas en los primeros meses de gobierno es que, más allá de las diferencia­s de estilo, lo que ha tenido lugar es un cambio en la forma de concebir la responsabi­lidad de Estados Unidos con la estructura existente de gobernabil­idad multinacio­nal. El giro hacia el aislacioni­smo nacionalis­ta de Trump deja un vacío en el liderazgo de Occidente. La defensa de los valores de la democracia liberal, la sociedad incluyente y la economía abierta han quedado a cargo de Angela Merkel, Emmanuel Macron Justin Trudeau

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