El Colombiano

En San Ignacio se podrá subir a la terraza

La azotea y otras otras zonas hoy vedadas del claustro de San Ignacio se abrirán al público en 2018.

- JOHN SALDARRIAG­A

Más de un millón de personas acude al claustro de San Ignacio a buscar subsidios de vivienda; a matricular­se en cursos de carpinterí­a, cocina o baile, o a estudiar un rato en la biblioteca.

Ellas serán las primeras que van a enterar cuando la terraza de ese edificio patrimonia­l de la esquina surorienta­l de la Plazuela de San Ignacio esté por fin abierta y con paso libre para que suban a ver el Centro de la ciudad.

Este es el proyecto de su director, Sergio Restrepo Jarami

llo: que ese edificio, y hasta partes de los dos vecinos con los que conforma un conjunto, la Iglesia de San Ignacio y el Edificio de San Francisco donde está el Paraninfo de la Universida­d de Antioquia, pueda destinarse al disfrute de la comunidad.

Está en fase de formulació­n. Es preciso superar una etapa de restauraci­ón de ciertos espacios y adecuación de otros, antes de que la idea sea realidad. Restrepo Jaramillo dice que estará abierto en el segundo semestre de 2018, aunque no sabe si todas las obras de adecuación estarán listas entonces. Tampoco sabe de cuánto será la inversión.

De estilo ecléctico, en el que predomina el neoclásico en el exterior y el gótico adentro, el claustro es propiedad de Comfama hace nueve años.

Fue erigido junto a sus dos hermanos en 1803, para que los antioqueño­s no tuvieran que ir hasta Bogotá a estudiar en colegios y universida­des.

El parentesco de los edificios es notorio. No solo por la apariencia, sino porque fracciones de uno se meten en el otro, como si fueran siameses.

Las oficinas de la iglesia están dentro del claustro. En la entrada de este hay una pila de agua bendita, que permanece seca y resulta inútil y absurda; más bien parece una decoración surrealist­a.

Al subir a la terraza, el director menciona que tiene la mejor vista del Centro. Si bien está rodeada —y muy de cerca— por edificios, estos constituye­n una buena panorámica y, además, por la mitad de algunos se consigue empujar la mirada más allá, al barrio El Salvador y en él, a la estatua del Cristo que “abraza la ciudad”, como dice

go en Medellín a so

las contigo. Aunque en el relato del nadaísta —de los años 60—, la escultura está en una “verde y desolada colina”; ahora, en una colina atiborrada de construcci­ones desiguales, que Sergio compara c’on un mural de Fredy Serna.

Por la iglesia se accede al reloj, el campanario y el osario. Estos sitios harán parte de visitas guiadas

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