Fallecimiento de Xiaobo golpea al mundo pero no al régimen chino
El suceso más diciente sobre los efectos políticos que deja el fallecimiento del Nobel de Paz y disidente chino Liu Xiaobo, se pudo ver en Nueva York, sede de las Naciones Unidas. El secretario general del máximo ente internacional, António Guterres, lamentó el deceso pero no criticó las décadas de persecución y aislamiento que, por culpa del régimen chino, este tuvo que sufrir.
“El secretario general está profundamente triste por el fallecimiento de Liu y traslada sus condolencias a su familia y amigos. Por el momento no tenemos más nada que decir”, dijo en rueda de prensa su portavoz, Stephane Dujarric.
La única voz que insistió en la lucha que representaba Xiaobo fue de menor rango. El responsable de la comisión de Derechos Humanos de la ONU, Zeid Ra’ad Al Hussein, describió a Liu como “la figura emblemática de la paz y la democracia en China” y urgió a Pekín a autorizar a la poetisa Liu Xia, viuda de Xiaobo, a viajar fuera del país.
Desde las potencias, Alemania, Francia y Estados Unidos reaccionaron de forma crítica, coincidiendo especialmente en la necesidad de que Xia sea
puesta en libertad: “lamento la muerte de Liu Xiaobo, un valiente luchador por los derechos cívicos y la libertad de expresión”, dijo la canciller alemana, Angela Merkel, según informó su portavoz, Steffen Seibert. “China está obligada ahora a responder, de forma transparente y creíble, a la pregunta de si la enfermedad no debería haberse tratado mucho antes”, dijo también el ministro de Exteriores de Alemania, Sigmar Gabriel.
Ni Tiananmen logró avances
Pero más allá de los discursos y las condolencias que recibió Xiaobo, ¿cuál fue su importancia en la historia china? Sin duda, revisando su trayectoria, se puede ver que se trató de uno de los principales intelectuales del movimiento ciudadano que se vio plasmado en las protestas de la Plaza de Tiananmen en 1989.
Liu estudió Literatura china y a mediados de los ochenta ya era profesor en una de las universidades más prestigiosas de Pekín. Sus columnas y publicaciones críticas incomodaron desde esos años al régimen.
El 15 de abril de 1989, al inicio de las recordadas protestas, Xiaobo se encontraba en Nueva York participando en conversatorios. A pesar de la tensa situación, el escritor decidió sumarse a la protesta y regresó a su nación. Desde entonces todo fue constante persecución y encarcelamiento para él.
En diálogo con EL COLOMBIANO, Mauricio Jaramillo Jassir, docente de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, consideró que “el deceso de Xiaobo tiene sin cuidado al régimen comunista. Dicho estado está blindado de la presión internacional y se ha acostumbrado a ello en más de medio siglo. Gracias al enfoque pragmático en lo económico, el Partido Comunista ha logrado mantener control absoluto de lo político, mientras que el globo se acostumbró a la idea de que el gigante no es un referente de los derechos humanos. Si ni las protestas de Tiananmen o la represión de los Uigures afectaron su posición, este deceso tampoco influirá para un cambio”