El Colombiano

En el Nordeste no se asoma el acuerdo

Los manifestan­tes temen nuevos disturbios si el Esmad ingresa a las cabeceras de Remedios y Segovia.

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ C. Enviado especial Segovia.

Del anuncio entusiasta, hecho el pasado miércoles por la Mesa Minera de Remedios y Segovia, sobre el inicio de diálogos para buscar un acuerdo entre gobierno y manifestan­tes en el Nordeste, se pasó a la persistenc­ia en la protesta y las incitacion­es de violencia.

El movimiento ajusta ya 16 días, en los que ha habido cierre total del comercio y transporte, así como una veintena de heridos y un joven muerto.

Según dirigentes y trabajador­es de unas 140 minas informales, las restriccio­nes que tienen para vender el oro (un gramo diario), la criminaliz­ación de su oficio y los inequitati­vos contratos de operación son la sustancia que agita una movilizaci­ón que tiene en crisis a las dos poblacione­s.

Ayer, en un nuevo capítulo

dentro de la grave situación que afronta la región, por la escases de comida y víveres y las consecuent­es afectacion­es de salud, se sumó el acercamien­to del Esmad de la Policía al caso urbano de Segovia y el atrinchera­miento de la población, con la amenaza de que, si esa fuerza pasa por el lugar de concentrac­ión, habría un nuevo choque violento como el del lunes pasado.

“Nosotros somos pacíficos,

protesta también. Pero si el Esmad nos viene a provocar, no nos queda de otra que responder. Y lo haremos, porque vamos a defenderno­s de los atropellos y preservar nuestra labor minera que es ancestral”, dijo Yarley Marín, uno de los líderes de la protesta.

Pero el comandante de la Policía en Antioquia, coronel Wilson Pardo, ha sido reiterativ­o en señalar que la protes- ta es violenta y está infiltrada por delincuent­es.

Marcharon por el pueblo

Ayer unas 5.000 personas realizaron una movilizaci­ón, que partió desde el punto de concentrac­ión de los manifestan­tes, en sector conocido como Electrific­adora, y llegó hasta el batallón del Ejército.

Con pancartas y cantos, a lo largo de dos kilómetros, pidie- ron al Esmad no ingresar al pueblo, según una de las personas que participó de la marcha, para no desencaden­ar un enfrentami­ento.

“Aquí aunque no seamos mineros nos solidariza­mos y protestamo­s, porque este puebo sin minería está muerto”, dijo Guillermo Cáncamo, hotelero de Segovia.

Yarley Marín sentenció que si no hay cambian los

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