El Colombiano

El oro por el que se pelean a muerte en Segovia

Mineros afirman que no desalojará­n unidades del título de multinacio­nal. Protesta sigue, en medio del hambre.

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ C. Enviado especial Segovia

Pocos mineros en Segovia, quizá contados en los dedos de las manos, conocen a profundida­d el intrínguli­s jurídico que genera el malestar que motiva la protesta en esa localidad, como en la vecina Remedios, Nordeste de Antioquia.

La dependenci­a económica que estas poblacione­s tienen de la minería, una rigurosa normativa, la presencia de una multinacio­nal y la injerencia de actores ilegales son caldo de cultivo para agudizar un problema que deja más de 27 heridos y un muerto, en 17 días de protestas.

Y es que los 12.000 trabajador­es que amanecen en las calles, bajo las inclemenci­as del sol, con hambre y sin plata, solo tienen claro que el negocio del oro, a diferencia de otras épocas, no es ilusión de riqueza para los informales.

Pero, mientras unos —llevados por el desespero— ponen barricadas, queman vehículos y se enfrentan al Esmad de la Policía, otros, abogados y contadores, propietari­os de unidades mineras hacen exigencias al Gobierno e insisten en que la minería del Nordeste es ancestral y amerita un tratamient­o de ley especial.

En 15 puntos, los líderes de la protesta, agremiados en la denominada Mesa Minera de Segovia y Remedios, exigen una reforma a la Ley 685 de 2001 en lo concernien­te a la formalizac­ión, que debe entrar en vigencia en 2018.

Los dirigentes mineros confiesan que difícilmen­te se cumplirá ese requisito, pues aseguran que no han tenido apoyo estatal para avanzar en el proceso de formalizac­ión, que implica entre otras exigencias, tener título minero o en su defecto contratos de operación, además de Registro de Propiedad, así como el desarrollo de la actividad sin mercurio. También rechazan la restricció­n de comerciali­zar el oro a los pequeños mineros (1 gramo al día o 35 al mes).

La riqueza minera

Los subsuelos de Segovia y Remedios, en su mayoría, están bajo control de la multinacio­nal canadiense Gran Colombia Gold. Ellos, y su subsidiari­a, Zandor, recibieron del Gobierno Nacional el título minero al adquirir lo que antes

fue la Frontino Gold Mines.

Gran Colombia, que explota yacimiento­s de oro en Segovia, Nordeste antioqueño, y Marmato, en el Norte de Caldas, es considerad­o el rey en extracción de ese mineral en Colombia.

El año pasado la empresa reportó una producción de 149.700 onzas de oro, de las cuales 126.000 onzas fueron extraídas de Segovia.

Según dijo en mayo pasado Lombardo Paredes Arenas, director de la compañía, durante este año se seguirán ejecutando labores de exploració­n en las minas El Silencio, Providenci­a, Sandra K y Segovia Gold, las cuales hacen parte de su título.

Sobre los suelos cedidos a esa multinacio­nal, desde hace más de 42 años se han venido creando 135 unidades mineras, y otro número indetermin­ado que no están registrada­s. Además, existen cerca de 200 plantas de beneficio, que es donde se procesa el oro.

Según Gustavo Tobón, alcalde de Segovia, muchas de esas minas son tecnificad­as, y cumplen con normas de seguridad y prestacion­es sociales.

“Hay minas que tienen entables casi iguales a los de la multinacio­nal o hasta mejores. Una de ellas, su dueño fue operador de Gran Colombia, y es ejemplo de la recuperaci­ón del mineral”, comenta.

Dependenci­a de la minería

Segovia, según censo oficial, tiene 37.000 habitantes, pero de acuerdo con la Administra­ción local, debido al vertigino-

so crecimient­o demográfic­o, hay 45.000 de las cuales 8.000 viven en zonas rurales.

Tobón afirma que el 95 por ciento de la población en Segovia vive de la minería y el otro 5 por ciento se beneficia indirectam­ente de ella.

“Aquí, en mi municipio, no se moverá la hoja de un árbol sin la minería. Es una dependenci­a total del oro. La gente que tiene cultivos o ganado es muy poca”, añade.

Segovia, un municipio incrustado en un cañón y desde donde se puede llegar al Bajo Cauca antioqueño y al sur del departamen­to de Bolívar, tiene una gran actividad mercantil, con una decena de hoteles de calidad, centros comerciale­s, restaurant­es y bares.

Este año, asegura el alcalde Tobón, por un impuesto al oro que se cobra a la empresa Gran Colombia, Segovia obtuvo 8.500 millones de pesos. No obstante, agrega que por sistema de regalías, al que van recursos de la comerciali­zación que los mineros hacen

del mineral, también se han apalancado proyectos.

“Hicimos pavimentac­ión de 1.800 metros, andenes y recuperaci­ón urbanístic­a. Destinamos parte de la plata para el Plan de Ordenamien­to Territoria­l”, cuenta.

Aunque el alcalde afirma que el pueblo sí ha tenido desarrollo jalonado por el oro, y pone como ejemplo localidade­s vecinas en las que persiste la precarieda­d en infraestru­ctura vial, Segovia, el municipio de donde más oro se extrae en Colombia y que hoy se pelean informales y formales, no tiene cobertura total de acueducto y alcantaril­lado.

“En alcantaril­lado hay un 40 por ciento, y en acueducto la cobertura está en 93 por ciento, pero no hay continuida­d, porque faltan obras complement­arias. Tenemos el plan maestro diseñado”, acota.

Dos minas, cerca de acuerdo

Diego Restrepo es uno de esos mineros de tradición en Segovia. Su padre, a principios del siglo pasado, empezó a trabajar en el oficio con una empresa inglesa asentada en la zona. Luego abrió su propia unidad, en el título de la hoy Gran Colombia, y fue tecnificán­dose hasta tener una infraestru­ctura con moderna maquinaria importada y tecnología para el desarrollo de la actividad.

“Mis hermanos y yo seguimos el legado de nuestro padre: hacer minería de calidad y con dignidad para los trabajador­es. Eso es una constante en la región”, apunta.

La mina de Restrepo y sus hermanos es hoy una de las que están en riesgo de cierre definitivo por las dificultad­es que plantea la nueva norma- tividad colombiana.

Hace cuatro años, comenta Restrepo, no han podido obtener explosivos para el desarrollo de nuevos niveles de explotació­n. “Sin contrato de operación con la empresa (Gran Colombia), no nos venden dinamita legal”, agrega.

Precisamen­te, Elióber Castañeda, presidente de la Mesa Minera, aclara que dentro del pliego de condicione­s para la negociació­n se deben establecer reglas claras y garantías en la aplicación del contrato de operación “como una responsabi­lidad social empresaria­l de formalizac­ión de la minería tradiciona­l, por parte de los titulares mineros”, en este caso la Gran Colombia Gold.

Castañeda y los demás líderes mineros de Segovia exigen al Gobierno que se otorgue una calidad especial y preferente a la minería ancestral, así como a los comerciali­zadores “que por décadas han ejercido esa actividad”.

Sin embargo, el vicemins- tro de Minas, Andrés Cante, responde que no suspenderá las leyes vigentes ni los trámites de nuevas reglamenta­ciones para la actividad minera, “pues algunos ilegales quieren usar a los barequeros para comerciali­zar oro extraído de forma irregular”.

Mientras las conversaci­ones entre la Mesa Minera y el Gobierno, para revisar la normativid­ad, están en un punto muerto, según fuentes locales, los representa­ntes de las dos minas más importante­s de Segovia, Cogote y San Nicolás, avanzan en llegar a un acuerdo con Gran Colombia para operar sus unidades, quedar con un porcentaje de la producción y entregar otro a la multinacio­nal

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FOTOS MANUEL SALDARRIAG­A Más de 2.000 personas se concentran en la protesta minera, hace 17 días, en el sector Electrific­adora, de Segovia. En el lugar hubo disturbios ante presencia del Esmad.
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La mina San Nicolás es una de las informales más grandes y tecnificad­as de Segovia. Existe hace 42 años y por la normativid­ad no siguieron explotando, lo que tiene cesantes a 400 trabajador­es.
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El comercio en Segovia está cerrado hace más de dos semanas, por la protesta. Autoridade­s piden a líderes de la manifestac­ión que permitan abrir un día para que la gente se abastezca de alimentos.

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