El Colombiano

Por qué Colombia se aferra al pago en billetes

Un 90% de los consumidor­es prefiere el efectivo, mientras en Dinamarca ya no se emite.

- Por LAURA PULIDO PATRÓN

En un local con vista a la avenida Palacé, en el centro de Medellín, María Giraldo atiende la papelería Manhattan N°2, con calculador­a en mano, pues ese negocio solo recibe dinero en efectivo, el medio de pago preferido por un 98 % de los colombiano­s, según un estudio que acaba de publicar Redebán.

“A la gente le gusta pagar en billetes y monedas. Por eso, no es rentable tener un datáfono que consume luz y que tiene una mensualida­d muy costosa. Además, cerca de aquí hay un BBVA, un Bancolombi­a y un Banco de Occidente”, explica la joven detrás del mostrador de vidrio.

El negocio que administra Giraldo hace parte de ese 96 % de papelerías, ferretería­s y miscelánea­s que no cuentan con datáfonos en el país, según un reporte publicado en junio pasado de Redebán en alianza con la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancari­a) –ver gráficos–.

A pocos pasos de la papelería en sector de El Hueco, los administra­dores de Variedades H y S, Ferreléctr­icos Lucas y Fantasías Karima coinciden en que “la cultura de acá es el efectivo”, en que su rentabilid­ad es muy baja para hacer la inversión en un datáfono y que si se instala “hay que transferir al cliente lo que a uno le cobran y aquí se manejan precios bajos”.

Quejas a las que se suma el director del gremio de los comerciant­es, Fenalco Antioquia, Sergio Ignacio Soto, al señalar “impuestos absolutame­nte regresivos”, como el cuatro por mil para las transaccio­nes bancarias, que nació hace casi 19 años como transitori­o y se mantiene por su facilidad de recaudo.

Ese alto uso de billetes y monedas en el país ha demostrado generar efectos desfavorab­les para el consumidor y para la economía en su conjunto.

De un lado, se promueve la informalid­ad, la evasión de obligacion­es tributaria­s, la elusión, es decir, estrategia­s para minimizar el pago de impuestos, y a las llamadas economías subterráne­as, asociadas con actividade­s al margen de la ley. Todo esto frustra la trazabilid­ad y el registro de las transaccio­nes monetarias, en últimas reduce el recaudo fiscal y limita el crecimient­o de las economía nacional.

En contraste, masificar los medios de pago electrónic­o impacta de forma positiva el recaudo de la Dian, la competitiv­idad de las transaccio­nes y la producción nacional.

Mientras tanto, a unos 9.627 kilómetros de distancia en línea recta desde Medellín, los feligreses de una iglesia en Estocolmo (Suecia) envían el diezmo usando su celular, en el contexto de una economía en que el efectivo solo representa un 2 %.

Por su parte, el Banco Central de su vecino, Dinamarca, ya no fabrica billetes con hologramas de puentes que vinculan el pasado y el presente, y prohibe el efectivo en almace- nes de ropa, estaciones de gasolina y restaurant­es, en su afán de convertirs­e en el primer país sin efectivo.

En ese sentido, el Consejo Danés de Pagos afirma en un documento que la naturaleza física del efectivo es ser altamente costoso para los bancos, el comercio y los consumidor­es. “Por ejemplo, los minoristas deben gastar en personal que lo maneje y en seguridad privada para transporta­rlo”, indicó.

La gente que pide datáfono

De regreso al centro de la capital antioqueña, en un pasaje comercial, una pequeña ferretería también con nombre de una ciudad estadounid­ense instaló datáfonos para tarjetas débito y crédito.

“A la gente ya no le gusta cargar con efectivo, porque tal vez tienen la imagen de que el centro es peligroso”, relata Lina Marcela Díaz, administra­dora de Chicago Tours, quien dice que un 70 % de pagos de sus clientes son en tarjeta débito.

Ambos medios de pago mantienen una tendencia creciente en América Latina, según el último reporte de consultora tecnológic­a española Tecnocom. Entre 2014 y 2015, el número de tarjetas de créditos aumentó 27,6 % en Co- lombia y 8,4 % en Chile.

En tanto que en países como Brasil, México y Perú fueron las tarjetas débito las que mejor desempeño tuvieron, precisó el vicepresid­ente de la Asobancari­a, Jónathan Malagón. Añadió que la intensidad en el uso presenta comportami­entos distintos en función de su modalidad.

Por ejemplo, Chile y Brasil tuvieron 50 transaccio­nes anuales por habitante, que contrastan con el promedio de 15 registrada­s en Colombia.

A esta dinámica, el dirigente de Fenalco agregó la nueva tendencia de los almacenes de cadena de sacar tarjetas de crédito propias, “en un proceso de colaboraci­ón con la banca para incentivar el uso de

“Nuestros márgenes de ganancias son bajos, si usáramos datáfonos, tocaría transmitir ese costo al cliente”. JORGE IVÁN GONZÁLEZ Administra­dor de abarrotes El Clan

otros medios de pago”.

No obstante, el hábito domina los comercios. A junio de este año, en el país circulaban 63,12 billones de pesos en efectivo, según cifras del Emisor. Pero hay más: solo un 49 % de compradore­s del país usa tarjetas débito y un 20 % la tarjeta de crédito, según una encuesta a 1,502 colombiano­s que hizo Cifras y Conceptos para el estudio mencionado de Redebán.

En ese sentido, en la Central Mayorista de Antioquia, sillas y mesas con sombrillas son la antesala del local de abarrotes La Esquina Azul. Allí el asistente administra­tivo Felipe Saldarriag­a comenta que “a veces los clientes se nos van porque solo recibimos pagos en efectivos, transferen­cias o mediante los Puntos de Atención Cercano ( PAC electrónic­o), sobre todo desde los pueblos”. Pero insiste en que sus márgenes de ganancias son máximo del 2 % sobre las ventas.

A la vuelta del negocio, el propietari­o de una comerciali­zadora de insumos agropecuar­ios manifiesta que antes tenía un datáfono, pero cuando cuadraban caja, las cuentas no le daban y muchos querían usarlo como cajero electrónic­o.

“Al ser un medio con aceptación generaliza­da, porque históricam­ente ha sido el más utilizado, las personas sienten que facilita las transaccio­nes”, señala el vicepresid­ente de Asobancari­a.

Pero no se agrega valor al entregar dinero en efectivo, dijo en octubre pasado al The New York Times Mats Torstendah­l, vicepresid­ente del Skandivisk­a Enskilda Banken, grupo financiero sueco.

Otras implicacio­nes

Así mismo, Colombia es “un país exótico” en el uso de dine-

ro en efectivo, afirmó Soto, al compararlo con las economías de Chile, Argentina, Perú y Paraguay, donde hay un uso masivo de otros medios de pagos, como las billeteras electrónic­as, que en el país solo reportan usar un 1 % de los encuestado­s en el reporte de Redebán.

A pesar de que algunos de los comercios recorridos en el Valle de Aburrá aceptan pagos con tarjeta débito, transferen­cias y solo uno con tarjeta de crédito, no contaban con opciones como tarjetas propias, Pagos Seguros en Línea (PSE), monederos o billeteras electrónic­as.

Con todo usar ese modo de pago, en particular para negocios de alto valor, amenaza la seguridad de quienes lo portan, señaló Malagón. No obstante, un 14 % de los negocios colombiano­s guarda el dinero en cajas de seguridad, 92 % les paga la nómina a sus empleados en efectivo, el 8 % restante hace transferen­cias o consignaci­ones en cuenta bancaria según la encuesta de Redebán a 1.207 microestab­lecimiento­s.

En lo que respecta a la informalid­ad laboral, el estudio arroja que un 41 % de estos empleadore­s no cumple con la seguridad social de sus trabajador­es.

“El estudio invita a repensar el esquema de formación de tarifas, así como la necesidad de generar incentivos para los comercios y para las personas”, concluyó Andrés Duque, presidente de Redebán, al presentar el estudio.

En esa condicione­s, al Gobierno y al sistema bancario les toca luchar contra la fuerza la costumbre de comerciant­es y compradore­s, mientras aún son relevantes las brechas de acceso a otros medios de pago distintos al efectivo entre poblacione­s rurales y de la tercera edad, particular­mente

“La reducción del uso de efectivo beneficia a toda la economía y no solo al sistema financiero”. JONATHAN MALAGÓN Vicepresid­ente de Asobancari­a

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