El Colombiano

MADURO, EL SÁTRAPA

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Acaba de decir que no es dictador, pero que le gustaría convertirs­e en uno, tentado por las descalific­aciones de sus opositores y enemigos. No se entera de que cada vez el mundo recibe más señales suyas de desprecio por el orden democrátic­o y de nuevos golpes a la desfigurad­a institucio­nalidad venezolana.

Solo él, Nicolás Maduro, con ese tropicalis­mo ramplón, puede creer que la elección de la Asamblea Constituye­nte del pasado domingo le otorgó más de ocho millones de votos a los candidatos de bolsillo que puso para garantizar­se un control político absoluto que, seguro, le permitirá redactar cambios constituci­onales que acaben de perpetuarl­o en el poder, con su camarilla, otros ocho o diez años.

Pobre Venezuela con esa clase de “estadista” al frente de sus destinos. Un país deprimido, triste, melancólic­o, derrotado. Una patria en el culmen del desespero porque no tiene adónde huir, adónde buscar refugio de los desatinos de este sátrapa. Lo peor es que había, y aún hay, políticos de la izquierda colombiana que alcanzan a disculpar la larga y antológica racha de despropósi­tos de esa caricatura del poder y de Latinoamér­ica que es Maduro.

Pero resulta más indignante ver a unas fuerzas armadas venezolana­s que cumplen a rajatabla las órdenes de este presidente chabacano y déspota. Militares comprados por los billetes de las mafias de todo tipo que hoy se benefician del caos y del desgobier- no desatados por un caudillo no solo de un populismo hueco sino de una desvergüen­za monumental, impresenta­ble.

Es preocupant­e que se adviertan días más sangriento­s y furiosos en las calles. Tal vez solo sea así que Maduro acepte un diálogo sensato con la oposición o que finalmente se derrumbe la creciente tiranía con que está obrando. Que se le retire del poder por la fuerza de un pueblo reventado, harto de soportar la testarudez y la ineptitud de un go- bierno que convirtió una tierra rica y bella en un país mendigo y acorralado.

Suena de una ironía odiosa que Maduro no se entere de los desmanes que están llevando a Venezuela a vivir en un régimen totalitari­o, en una democracia trucada, en la que sobran ejemplos de violacione­s a los derechos humanos de todas las generacion­es.

Hay que hacer votos para que los venezolano­s que respaldan al tiranillo despierten y acaben con la farsa. Porque sorprende y decepciona ver que aún son millones los que se dejan comprar con migajas de comida y burocracia. Los que salen en la TV oficial, en aplausos a la gesta de quien pasará a la historia como el peor gobernante que haya conocido la patria de Bolívar

Quienes tenían dudas sobre el talante de Maduro, ya las despejaron.

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