El Colombiano

Hacia otro capítulo de transfugui­smo

Así se esté moviendo de forma soterrada, la reforma para permitir un nuevo episodio de transfugui­smo político el año entrante puede pasar en el Congreso, pues hay muchos interesado­s.

- ESTEBAN PARÍS

De forma silenciosa pero no por ello desconocid­a por buena parte de los parlamenta­rios, congresist­as del partido de la U promueven un proyecto de acto legislativ­o para permitir que, antes de las elecciones del año entrante, los candidatos puedan cambiar de partido, sin riesgo de incurrir en doble militancia ni ser despojados de su investidur­a, que serían las consecuenc­ias legales según las normas hoy vigentes.

La razón política parece clara: en momentos en que la vida política de los parlamenta­rios depende de la popularida­d de quien los patrocina, deben tomar medidas para no quemarse política ni electoralm­ente con el Gobierno que termina el año entrante y que no goza de aprecio ni de credibilid­ad popular. Les urge subirse a otros vagones electorale­s con mayor aceptación y posibilida­des de triunfo.

El partido de la U ha sido desde sus inicios un partido instrument­al, que flota sobre la estela de beneficios que los Gobiernos desde 2006 le han repartido para asegurar apoyos en el parlamento y en las demás corporacio­nes de elección popular. Nació ese partido con la inicial del apellido del entonces presidente Álvaro Uribe y promovido por su aliado de ese momento, Juan Manuel Santos, y de animar y defender la política de Seguridad Democrátic­a pasaron sus miembros, sin solución de continuida­d, a ser los mayores aliados de la política de negociació­n con las guerrillas ejecutada por la Administra­ción Santos en su doble mandato.

Comparte La U la ausencia de definición ideológica con otros partidos, pero también comparte la concepción de que su razón de ser es la obtención de parcelas de la burocracia estatal como mecanismo de superviven­cia. El ejemplo actual es claro: los inquieta tremendame­nte la posibilida­d de perder un Ministerio, antes que la suerte de la políti- ca pública en materia agrícola, por ejemplo.

Si de habilitar el transfugui­smo se trata, no es, sin embargo, la primera vez que se aprueba un proyecto legislativ­o en este sentido. Y no es Colombia el único país donde aquel opera como método de reacomodo político-electoral. En Estados Unidos ha habido casos célebres de cambio de camiseta entre republican­os y demócratas. Pero en Colombia ocurre la mayoría de las veces por motivos meramente tácticos, no tanto por coherencia ideológica o doctrinari­a.

Después de la entrada en vigencia de la Constituci­ón de 1991 han ingresado al “mercado electoral” decenas de partidos y movimiento­s políticos, muchos de ellos de efímera vida, pues existen en tanto sirven a los dueños de sus marcas a elegirse en diversos cargos. No asumen programas definidos ni establecen compromiso­s de gobierno, sino los atinentes a obtención de cupos burocrátic­os y de asignación de porciones de contrataci­ón pública.

Si este proyecto que abre paso a un nuevo espectácul­o de transfugui­smo prospera, como en efecto puede prosperar, el mensaje que se da a la ciudadanía no hará sino ratificar que el sistema de partidos colombiano­s es endeble, muy poco fiable, carente de cualquier coherencia política, y que la representa­ción encomendad­a en las urnas al personaje elegido es asumida por este como esencialme­nte personal, sin deberes con sus partidos ni con los supuestos programas que dicen defender

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ILUSTRACIÓ­N

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