Del ICBF a México, los golpes campeones de Anderson y Byron
Esta herramienta de la institución es usada, desde hace 3 años, para que los jóvenes encuentren mejor norte. “A través del deporte se transforman las vidas. Sienten apoyo de sus familias y de quienes los aplauden en las competencias”.
El deporte es la mejor estrategia para enfrentar los problemas, comenta Yeins Suárez, instructor del arte marcial coreano hapkido del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, en Ibagué, Tolima. Este mensaje lo tienen claro sus pupilos en el World Hapkido Championship México 2017, realizado en Monterrey en julio.
Él viajó con la delegación integrada por siete jóvenes, vinculados al Sistema de Responsabilidad Penal. Regresaron con seis medallas de oro, cuatro de plata y dos de bronce. La estrategia deportiva se aplica en todo el país desde 2014 y actualmente favorece a cerca de mil muchachos. Quienes asistieron a esta competencia son de Bogotá, Huila y Tolima.
Otra oportunidad
Anderson Camilo Varón Escárraga (medalla de plata) y Byron González (medalla de oro) , ambos de 18 años, aseguran que el deporte les cambió la vida. Encontraron un camino para exigirse e intentar superar los errores del pasado.
Anderson practica hapkido, que tiene enfoque en la defensa personal, militar y civil, desde hace ocho meses. “Lo hago porque me gusta, me motivé porque veía a los compañeros practicando y, de una, me metí en el cuento”, dice. Explica que aunque está bajo la protección del ICBF por haber cometido un hurto, el ganar la medalla de plata en México ahora le da orgullo a su familia.
“Nunca habíamos salido del país, y el solo hecho de haber ido a México lo vemos como un triunfo. Estamos muy contentos”, agrega Anderson.
Byron, que obtuvo medalla de oro, está en el instituto por homicidio y hurto calificado. “Cometí errores y tengo que asumirlos”, afirma. Hoy valora encontrar un cambio en su camino en el deporte. “Conocí disciplina y la humildad, que me servirán cuando salga”, comenta. Los dos reconocen la labor del instructor que, con paciencia y dedicación, les enseña e inculca valores para su vida en el proceso de resocialización que viven.
Misión cumplida
Para el instructor, este resultado es una misión cumplida que va más
allá de las medallas, su mayor premio es ver rostros felices y lágrimas de alegría en sus muchachos. Por supuesto, escuchar el himno Nacional y que le pongan la medalla a un alumno aumenta el valor de lo que lograron estos jóvenes. “Mis muchachos poco a poco se están convirtiendo en grandes deportistas y en el orgullo de sus familias”, afirma.
Los tres, comprometidos, seguirán practicando para que el mayor reconocimiento sea aportarle a la sociedad