CÓMO ERAN LOS ANTIOQUEÑOS QUE RECIBIERON A LOS PABLOS
En los años 60, cuando llegó el primer Papa a Colombia, Medellín tenía mucho de pueblo y menos de 800.000 habitantes (Bogotá pasaba de 6 millones de personas),la mayoría recién desempacados de las montañas que llegaban a buscar oportunidades en la capital de Antioquia. La inseguridad en Medellín raramente pasaba de los atracos callejeros, que eran altos o las peleas entre matones de colegios y barrios. Los hinchas de Nacional y Medellín, todos los domingos, desde las 6:00 a.m. se reunían en las esquinas de los barrios a hablar de los partidos y luego se iban juntos para el estadio y regresaban en los mismos buses, como los mejores amigos. Había que madrugar a las cuatro de la mañana a tratar de conseguir un litro de leche, artículo que aún distribuían en carros tirados por caballos y se vendía la Coca- Cola de casa en casa. Todo el mundo iba con su costal o su talego a mercar a la plaza de mercado o las tiendas de barrio, porque no existían los supermercados. Se consideraba rico o acomodado al que tuviera televisor y nevera en la casa. La TV era a blanco y negro y con un solo canal. Mucha gente cobraba para que los vecinos pudieran entrar a ver TV. Desde comienzos de los 80 la ciudad perdió su inocencia. Tomaron fuerza las guerrillas y los conflictos urbanos, Pablo Escobar ganó la guerra entre los mafiosos y se multiplicaron las armas de fuego entre civiles. La ciudad, de manera desordenada, se expandió hacia sus laderas, duplicó su población a finales de la década y los habitantes de calle comenzaron a ser constantes. La seguridad resultaba tan compleja que el Papa peregrino, Papa Juan II, centró muchos de sus discursos en la esperanza de que la ciudad encontrara la paz.