¡A VIGILAR LAS FARC DEL POSACUERDO!
Esta semana culminó la etapa de entrega de armas y con ella vinieron los anuncios triunfalistas que señalan “el día en que las Farc dejaron de existir”. Claro. Para todo el país es un respiro que estas 8000 armas ya no estén al servicio de quienes por más de medio siglo han aterrorizado nuestro país. Sin embargo, en un momento tan crucial como este, se requiere de serenidad, ponderación y, sobre todo, vigilancia.
Cuando dicen que a partir de ahora las Farc no existen se equivocan doblemente. Primero, porque en un acto de burla a todas las víctimas, decidieron mantener las mismas siglas para su trabajo político en la legalidad, con las que por años han acabado vidas, reclutado menores, atentado contra poblaciones, secuestrado y servido del narcotráfico.
En este proceso está tan ausente la justicia como el arrepentimiento. Segundo, porque así hayan entregado algunas armas, nunca renunciaron a esa filosofía macabra que los ha guiado: la combinación de todas las formas de lucha. Si esta guerrilla no entrega todas las armas y los recursos ¿qué garantía hay de que no los utilizarán para conseguir su fin último que es el poder?
En este contexto, el papel de los países garantes no debe ser simplemente aplaudir en foros y cocteles, sino hacer una cuidadosa auditoría sobre la totalidad de los bienes de las Farc –los que han contado y los que no– y de las rutas del narcotráfico que aún siguen operativas así sean manejadas por “disidencias”.
¿Se atreverían los países garantes a ayudarnos a esclarecer la relación que sostienen las Farc con una parte de la cúpula militar y política de la dictadura venezolana del Cartel de los Soles?
Toda la comunidad debe contribuir en la búsqueda de bienes y recursos ilícitos en sus respectivos territorios, pues ya hemos sido testigos de cómo utilizan artimañas para ocultarlos. Según Forbes, las Farc son el tercer grupo terrorista más rico del mundo con una fortuna que calculan en 6000 millones de dólares y, en cambio, The Economist asegura que alcanza los 10.500 millones de dólares. Queda en claro que no se tiene certeza sobre el monto de la fortuna total, pero en cualquier caso es enorme. Independientemente del valor, todos los recursos de las Farc deben ser destinados exclusivamente a reparar a las víctimas y por ningún motivo deben incidir en su administración; por ello, el fondo que se cree con el dinero de las Farc debe tener libre acceso a la información, veeduría ciudadana y reporte periódico de las entidades de control para que no termine en los bolsillos de los corruptos que por estos días abundan.
Hace tan solo un par de semanas, cuando le preguntaban a Iván Márquez por los niños que habían reclutado, respondió que “eran ganas de joder y molestar”. A las Farc hay que decirles que no es por “joder” ni por “molestar”; es que los colombianos no estamos dispuestos a tolerar que sigan haciendo daño y mintiendo mientras posan de víctimas y activistas. Mucho menos vamos a permitir que conviertan los procesos de paz en un “lavadero” de bienes y crímenes