El Colombiano

Los robots ya son invitados frecuentes en los quirófanos

Máquinas que operan o buscan enfermedad­es o acompañan a los pacientes en sus terapias. No es ficción ni un asunto lejano, pues en Colombia ya han operado con ellos.

- Por MARIO A. DUQUE CARDOZO

Hay un robot en el quirófano. Y tiene un escalpelo eléctrico en una de sus manos. No, no es una película de ciencia ficción, un HAL 9000 a la espera de salirse de control, es el futuro que ya está aquí, hace rato.

El más famoso es el Da Vinci, un gigante de cuatro brazos que apareció en el año 2000 y suma más de tres millones de operacione­s, algunas de ellas en Colombia.

“Su tercer modelo es en 3D, es decir, le permite al cirujano mayor profundida­d de campo, que es supremamen­te importante”, cuenta el cirujano cardiovasc­ular Juan Santiago Jaramillo Isaza, de Cardiovid, quien se ha entrenado en su uso.

El robot permite rotaciones de 360 grados, por ejemplo, capacidad que no tiene la muñeca de ningún ser humano. “Una gran ventaja e importanci­a desde el punto de vista quirúrgico”, agrega Jaramillo Isaza.

Permite también magnificar la visión, para ver con ma- yor detalle las diferentes estructura­s de los órganos que componen el cuerpo humano.

“El robot, en ciertas espe- cialidades, ha demostrado que tiene unas bondades especiales. En urología y cirugía de tórax ha tenido desempeños muy importante­s para intervenci­ones mínimament­e invasivas”, agrega Jaramillo Isaza, pero reconoce que en cardiologí­a aún no es la opción más útil. Aunque no duda que la cirugía robótica se impondrá en muchas especialid­ades, por ejemplo, en cirugía plástica, urología, ortopedia, dermatolog­ía y otorrinola­ringología ha demostrado ser efectivo, con mejoras en los tiempos de intervenci­ón y mayor precisión en incisiones y suturas.

El gran enemigo de la masificaci­ón de esta tecnología es el costo. Según un informe del diario El País, de España, el hospital Imed Valencia pagó por el robot Da Vinci XI 2,5 millones de euros, alrededor de 80 mil millones de pesos, cerca de una tercera parte de lo que costó la nueva torre del hospital Pablo Tobón Uribe, inaugurada el año pasado, en la que se invirtiero­n 270 mil millones de pesos.

“Además, hay que reemplazar con frecuencia los dispositiv­os que se ponen en cada uno de los brazos del robot, lo que incrementa el costo de cada intervenci­ón”, concluye el cardiólogo.

No solo para operar

La Clínica Universita­ria de la Universida­d Miguel Hernández, en España, junto con la empresa española Aisoy, desarrolla­ron un programa para atender a los niños con autismo. Este tratamient­o incluye al robot Aisoy1.

“A través de juegos educativos divertidos, estos niños desarrolla­n sus habilidade­s sociales, cognitivas, motoras y emocionale­s que les proporcion­an una mayor seguridad y autonomía”, explica la firma en un comunicado.

No es lo único. En la edición de julio de 2016, el Journal of Computatio­nal Biology contó sobre el diseño de robots biomédicos, capaces de analizar y procesar big-data y que podrán (por lo menos eso esperan sus creadores) dar respuestas sobre condicione­s de salud complejas como las degenerati­vas y el cáncer. O la búsquedas de medicinas para las llamadas enfermedad­es raras o huérfanas. En este diseño de los robots biomédicos también participan la Universida­d de Harvard y el Brigham and Women Hospital, ubicado en Boston

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