LOS CIENTÍFICOS QUIEREN QUE USTED VEA
Al igual que la mayoría de los estadounidenses, nos hemos quedado paralizados por el desastre aún en desarrollo en Houston y la costa de Texas, descrito en las ondas como “sin precedentes” y “más allá de cualquier experiencia”.
Si eso no era lo suficientemente malo, al otro lado del globo, otra calamidad relacionada con el clima se ha estado desplegando, aunque ha recibido menos atención: las inundaciones de monzones en India, Bangladesh y Nepal que han matado a más de 1.000 personas y desplazado a millones. Como en Houston, la recuperación tardará años.
Como científicos que estudian riesgos climáticos y como las sociedades pueden responder, hemos sido golpeados para pensar intensamente sobre por qué desastres como estos ocurren, cómo el clima cambiante eleva las probabilidades y qué podríamos hacer de manera diferente.
La respuesta para científicos y cualquiera que haya estado observando, es no decir definitivamente “es el resultado del cambio climático” o “no hay nada que podamos hacer”. Es una oportunidad para entender lo que está sucediendo con el clima y todas las formas en que el comportamiento humano lleva a -y puede mitigar- desastres futuros.
Los científicos ahora pueden evaluar hasta qué punto el cambio climático ha incremen- tado las probabilidades de eventos extremos individuales, incluyendo lluvias e inundaciones. En las semanas y meses que vienen, seguramente veremos análisis específicos del papel del cambio climático en las inundaciones tanto en Texas como en el sur de Asia. En pocas palabras, un ambiente más cálido puede contener más agua, aumentando el potencial de fuertes aguaceros. La oleada de tormenta se produce ahora además del aumento del nivel del mar, aumentando el riesgo de inundación. Y los océanos más cálidos pueden producir huracanes más intensos, como ha ocurrido en el Atlántico Norte y el Golfo.
No tenemos que quedarnos sentados. Para los tipos de inundaciones vistos la semana pasada, las opciones empiezan con acciones individuales y colectivas que nos hacen más seguros para la tormenta de mañana. Para proteger a las generaciones futuras a medida que el clima cambia, también tenemos que hacer esfuerzos más desafiantes y a más largo plazo.
Podemos tomar acciones hoy que nos harán más prepara- dos, sin importar lo que mañana traiga. Las personas pueden elevar los tomacorrientes en sus hogares, conocer sus zonas de evacuación y tener un plan de emergencia. Los edificios pueden ser elevados y diseñados para resistir vientos de huracán. Tales métodos han sido puestos a prueba y se sabe que salvan vidas y ahorran dinero.
El cambio climático a largo plazo hará necesarias soluciones creativas. Por ejemplo, una forma obvia pero controversial de reducir el riesgo es simplemente alejarse del camino del
Debido a la elevación del nivel del mar en este siglo, 4 a 13 millones de estadounidenses pueden ser inundados, mucho más de la capacidad de los programas de reubicación.
daño. Cientos de gobiernos locales en los Estados Unidos, desde el condado Harris en Texas hasta Fairbanks, Alaska, ya han ejercido esta opción comprando propiedades que repetidamente han sido inundadas y restaurando el terreno.
Pero debido a la elevación del nivel del mar en este siglo, 4 a 13 millones de estadounidenses pueden ser inundados, mucho más allá de la capacidad de los actuales programas de reubicación. Serán necesarios nuevos enfoques. Norfolk, Virginia, particularmente vulnerable al aumento de los mares, ha desarrollado una visión de fines de siglo dirigido hacia las inversiones en infraestructura con el cambio climático en mente. Esa planificación a largo plazo es necesaria para sostener comunidades y economías vibrantes y ricas durante las próximas décadas.
No estamos completamente sujetos a los caprichos del clima. Con las herramientas disponibles y un ojo hacia el futuro, podemos limitar la cantidad de cambio climático que ocurre, minimizar los riesgos que quedan y construir un futuro resiliente