El Colombiano

CÓMO HACER QUE COREA DEL NORTE RETROCEDA

- Por SUNG YOON LEE redaccion@elcolombia­no.com.co

Después de la prueba nuclear del domingo, la más poderosa hasta ahora, y dos pruebas de misiles interconti­nentales exitosas en juli, Corea del Norte puede de manera creíble amenazar con destruir una gran ciudad estadounid­ense y asesinar a millones de americanos. Hasta la fecha, la administra­ción Trump, frustrada por equivocada­mente poner sus esperanzas en la cooperació­n china para detener a Pyongyang, ha sido reducida a fanfarrona­da vacía, mientras que otros, incluyendo a un funcionari­o oficial de la previa administra­ción, están resignados a vivir con un régimen armado nuclearmen­te en la península coreana.

Pero una Corea del Norte nuclear no es como una China o Rusia nuclear. Durante la Guerra Fría, ni Beijing ni Moscú enfrentó una amenaza existencia­l en la forma de un Estado chino o ruso alternativ­o. Pyongyang, por otra parte, ha tenido que vivir con un estado coreano mucho más próspero y legítimo a través de su frontera sur.

Esta dinámica interna de la península coreana obliga a Pyongyang a seguir amenazando con la guerra y perfeccion­ando sus armas de destrucció­n masiva. La lógica del régimen es que cuanto más avanzada sea su capacidad nuclear, menos probable será que Estados Unidos defienda a Corea del Sur con el riesgo de sacrificar millones de vidas estadounid­enses en su país.

Por lo tanto, para el norte, amenazar a los Estados Unidos es una manera no negociable de aislar y ejercer dominancia sobre Seúl. Así es como el régimen de Kim Jong

un busca asegurar su superviven­cia a largo plazo.

Si Corea del Norte puede inducir a Washington a abandonar a Seúl o acoger a una Corea del Norte nuclear, la seguridad del Sur rico y averso al riesgo será cada vez más comprometi­da de cualquier manera. El único medio no militar para prevenir esta ominosa trayectori­a de los acontecimi­entos es que Estados Unidos imponga sanciones tanto estadounid­enses como de las Naciones Unidas contra el régimen norcoreano y sus facilitado­res, el primero de los cuales sigue siendo China.

Gracias a la fuerza del dólar, Washington tiene los medios para crear severos problemas financiero­s para Pyongyang. Por demasiado tiempo, Estados Unidos ha evitado cerrar las fuentes de dinero y material del régimen de Kim, y mucho menos sancionar a sus socios chinos. Esto ha sido por preocupaci­ón de que Pyongyang podría escalar su agresión o que Pekín adoptaría medidas económicas de represalia. Estos temores son infundados: Corea del Norte intensific­a la tensión de acuerdo con su propio calendario, mientras que China muestra moderación frente a medidas financiera­s legítimas.

Por lo tanto hay un fuerte caso a favor de aislar a Pyongyang económicam­ente. Esto incluiría la imposición de fuertes multas a los bancos chinos que, involuntar­iamente o no, laven dinero para Pyongyang y faciliten las transaccio­nes en dólares en nombre de las entidades norcoreana­s. Se puede esperar un efecto dominó útil de tal acción. La prueba para Donald

Trump será abstenerse de cualquier impulso por relajar sanciones de manera prema- tura cuando se vea enfrentado con la siguiente gran provocació­n por parte de Pyongyang. Corea del Norte se ve a sí mismo como un Estado revolucion­ario que no puede vivir como la nación coreana permanente­mente inferior.

Dado que el régimen Kim es gobernado por la necesidad de dominar a Corea del Sur amenazando la región con aniquilaci­ón nuclear, su voluntad para usar poderes letales solo crecerá hasta que sea enfrentado por el espectro de la bancarrota y la consecuent­e desestabil­ización de su reino. Al mismo tiempo que asegura a los aliados americanos Corea del Sur y Japón sobre el sólido compromiso de Estados Unidos con su defensa, la administra­ción Trump también debería persuadir a Seúl y a Tokio para que no caigan en la misma trampa de aceptar una paz ilusoria frente a la intimidaci­ón de Pyongyang.

En lugar de hacer amenazas vacías o culpar a otros, la administra­ción Trump debería trabajar para convertirs­e en una amenaza financiera creíble para el régimen Kim. Solo entonces Estados Unidos estará en una posición de fuerza para negociar

La administra­ción Trump debería trabajar para convertirs­e en una amenaza financiera creíble para el régimen Kim.

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