El Colombiano

PROTECCIÓN Y PRODUCTIVI­DAD

- Por JUAN JOSÉ PERFETTI DEL CORRAL jjperfetti­2@gmail.com

Desde 1990 la producción agropecuar­ia del país no solo creció muy por debajo de sus pares latinos, sino que se ubicó por debajo del promedio mundial.

Un asunto que, por sus efectos, es motivo de gran controvers­ia es el relativo a la política comercial agrícola y en particular su impacto sobre la protección al sector agropecuar­io. Ello porque la protección a la agricultur­a tiene implicacio­nes no solo sobre los productore­s agropecuar­ios y la asignación de recursos sectoriale­s, sino también sobre los consumidor­es y la agroindust­ria de transforma­ción.

Desde mitad del siglo pasado, la agricultur­a colombiana ha estado protegida. Más aún, a pesar de la apertura comercial de principios de los noventa y la tendencia creciente a nivel global de tener una agricultur­a abierta a los flujos del comercio internacio­nal, hoy en día el sector agropecuar­io goza de esta prerrogati­va frente al resto de sectores económicos.

Como lo muestra un reciente estudio de Fedesarrol­lo (Política comercial agrícola: nivel, costos y efectos de la protección en Colombia), nuestro país, en comparació­n con sus pares latinoamer­icanos (como Perú, Brasil, Chile y México) y con los que no basan su desarrollo en la protección agropecuar­ia, presenta un pobre desempeño agrícola.

Particular­mente, frente a estos países, desde 1990, la producción agropecuar­ia nacional no solo creció muy por debajo de la de cada uno de ellos (algunos de los cuales duplicaron su producción), sino que se ubicó por debajo del promedio mundial. El limitado desempeño agrícola ha ido de la mano de un bajo dinamismo del sector agroexport­ador colombiano, hecho que contrasta con el gran avance exportador de muchos de nuestros vecinos que tienen en la actividad agroexport­adora un importante motor.

Algunos analistas locales consideran, por ejemplo, que el muy destacable desempeño de la agricultur­a peruana se debe principalm­ente a los incentivos tributario­s, laborales y en materia de riego. Sin embargo, olvidan que la principal diferencia reside, precisamen­te, en la política comercial y en el nivel de protección otorgado por esta.

Al evaluar el comportami­ento de algunos productos importable­s agrícolas (como el arroz, la leche, la carne, el pollo, el maíz, etc.) en el estudio de Fedesarrol­lo se encuentra que, con excepcione­s y a pesar de los altos niveles de protección y los apoyos recibidos, Colombia ha perdido participac­ión en el área y la producción mundiales.

Un resultado importante que presenta el estudio tiene que ver con el hecho de que “con la excepción del trigo y la cebada, los rendimient­os (de los bienes importable­s) presentan tendencias al alza”. Sin embargo, en general, estos avances no son suficiente­s para cerrar las brechas de productivi­dad de la tierra frente a los líderes mundiales haciendo que estas sean “relativame­nte grandes”. De esta forma y por cuenta de las bajas tasas de crecimient­o de los rendimient­os, con excepción del maíz y el fríjol, “las ganancias en productivi­dad no han sido la principal fuente de crecimient­o” de la producción de los importable­s.

Así las cosas, la protección alta recibida por este grupo de productos no ha impedido el deterioro en la participac­ión de Colombia en la producción mundial de productos agropecuar­ios y, como lo señala Fedesarrol­lo, por el contrario, podría haber contribuid­o a desestimul­ar la competenci­a y el cambio tecnológic­o

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