El Colombiano

POLÍTICA Las vías para reformar la justicia

Con varios escándalos a cuestas, modificar el sistema judicial colombiano es una prioridad.

- Por JULIÁN AMOROCHO BECERRA

Reformar la estructura de la justicia es lo más parecido a desarmar una bomba. Es una tarea milimétric­a y calculada que, sin embargo, puede estallar en el momento menos imaginado, por la cantidad de fuerzas del Estado que entran en juego y en confrontac­ión.

Por eso, desde la Constituci­ón de 1991 solo una vez logró llegar a puerto una reforma, en 2012, y tras dos años de debates, pero quedó llena de “micos”, entregando facultades que promovían la impunidad, que el mismo presidente tuvo que tumbar después de 14 días. Fue el mismo mandatario Juan Manuel Santos quien la definió así y asumió la responsabi­lidad del archivo de la reforma. La magnitud del escándalo cobró la cabeza del entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra.

Aunque muchos admiran la labor de la Asamblea Nacional Constituye­nte de hace 26 años, no pocos juristas curtidos como el analista Pedro Medellín han hallado varios “peros” en la forma en cómo se diseñó el sistema judicial en la Carta Magna. No obstante, durante varios años, la reputación y confianza que le generaban al país los personajes que encabezaba­n las cortes mantuvo firme una estructura que presentaba grietas.

Estas grietas se ven en la for- ma en como quedaron relacionad­as las ramas judicial, ejecutiva y legislativ­a. Para resumirlo: las cortes investigan a los congresist­as, y a su vez ellos son los que eligen los jueces que componen esos tribunales. Aparte de eso, los legislador­es ejercen el control político de los jueces, por tanto, es una vigilancia mutua que propicia la filosofía del “hagámonos pasito”.

A eso lo complement­an las facultades nominadora­s del Presidente, quien incide en la conformaci­ón de las barajas de candidatos a magistrado­s, que luego se eligen en el Congreso.

Además, también nominan funcionari­os poderosos en funciones de control, como el Fiscal, el Procurador y el Defensor, que son elegidos por las Cortes.

Estas facultades de elección de funcionari­os trasladaro­n a los tribunales el fantasma del clientelis­mo y con los años, este se fue haciendo más y más real.

Una muestra de este sistema quedó reflejado en la salida de Alejandro Ordóñez de la Procuradur­ía, decidida por el Consejo de Estado tras conocer una demanda de un civil en la que se demostró que nombró en el ente que dirigía a parientes de magistrado­s de la Corte Suprema de Justicia, órgano que lo postuló para su reelección.

Una de las consecuenc­ias de todo este fenómeno es que el Congreso no se mete de lleno a buscar una reforma por el temor que le producen las investigac­iones a los legislador­es, circunstan­cia que es un secreto a voces en el Capitolio.

En la actualidad parece haber un consenso en torno a la urgencia de la reforma que podría darle el impulso necesario a la reforma. Infortunad­amente, fue necesario un escándalo de corrupción, sin precedente­s, que ha involucrad­o a los otrora “incorrupti­bles magistrado­s”.

De hecho Santos pidió a su ministro de Justicia, Enrique Gil Botero, empezar una labor explorator­ia para que, cuando inicien las sesiones del Congreso el próximo semestre, ya haya tarea adelantada para esta reforma.

Con todo un trabajo adelante, por ahora existen tres opciones que han tomado mayor fuerza

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia