Cumpleaños feliz de cuatro novelas
Hoy comienzan los ocho días de la XI edición de la Fiesta del Libro. Cuatro novelas nacionales tienen sitio especial.
María, de Jorge Isaacs; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; ¡Que viva la música!, de Andrés Caicedo, y Opio en las nubes, de Rafael Chaparro Madiedo reciben un homenaje en la XI fiesta del libro que comienza hoy.
El motivo: sus primeras ediciones tienen en 2017 aniversarios “redondos”: 150, 50, 40 y 25 años, respectivamente. Aunque tal vez más porque son obras importantes de la literatura colombiana.
Las dos primeras son lecturas de colegio y no terminan de agotarse en la universidad.
Memo Ánjel, escritor y profesor, pone a leer María a alumnos de Negocios Internacionales, para que rastreen en sus páginas asuntos de la economía nacional.
Juan Diego Mejía cree que al menos las tres primeras son obras fundamentales. La de Isaacs, dice, llena un vacío de la historia al leerla. El autor denuncia prácticas esclavistas. Destaca la manera de narrar un amor en el que la pareja tiene las esperanzas perdidas.
En esta novela, que “no tiene nada que envidiarles a las del romanticismo ale- mán”, se describe en detalle la relación con la Naturaleza.
Para el nicaragüense Sergio Ramírez, “Cien años de soledad ha sido escrita en el lenguaje universal de esa realidad que se multiplica como en un espejo en cada país americano”.
De esta novela, Mejía cree que con ella, Gabo “nos cambió la vida a todos”. A los escritores, porque sus metáforas son un imán que los hizo seguir su camino. A ellos les costó zafarse de esa influencia.
Novelas de ruptura
El poeta Nicolás Suescún, fallecido el 14 de abril pasado, escribió en Lecturas Dominicales de El Tiempo, en 1977, una reseña de ¡Que viva la música!: “Es más que una novela, es un manifiesto poético y una bomba cultural sin paralelo en nuestra literatura”.
Sobre esta pieza, Mejía comenta, es un campanazo. “Cuando la leí, entendí que se debía narrar por fuera del realismo mágico, contar lo cotidiano, lo que pasa en la esquina, en la calle, en las fiestas”.
Por su parte, Andrés Vallejo, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, se refirió en un espacio radial a Opio en las nubes, de Chaparro Madiedo:
“La fuerza de la novela se debe a la voz de los personajes, es increíble la recordación de Pink Tomate, Sven y Amarilla, la cual seguramente tiene mucho de ‘la maga’ de Rayuela. La sensualidad de los personajes, el vivir al límite, la juventud y la certeza de la derrota en la tarea de cambiar el mundo hacen de Opio en las nubes un libro adictivo”.
Notemos una curiosidad: en cada uno de los libros habita una mujer central: en María, María, una campesina adolescente y romántica; en Cien años de soledad, Úrsula, fuerte pilar que sostuvo la estirpe de los Buendía; en ¡Que viva la música!, María del Carmen Huertas, una muchacha caleña de la burguesía, rockera y de buen colegio, que se volvió rumbera y habitó barrios bajos y salseros de Cali, y en Opio en las nubes, Amarilla es la dueña de un gato que a veces cree que es tomate