El Colombiano

Desde niños somos mentirosos, ¿sabe por qué?

La moral, ese impulso a actuar bien, se construye desde la niñez. Investigac­iones locales e internacio­nales lo explican.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ HANSEL OBANDO

Mentir, todo el mundo lo hace, ¿no? Viejo problema el de la moral. Sin embargo, aún irresoluto. Los títulares de los noticieros lo prueban: sobornos empresaria­les, dopaje en el deporte profesiona­l, mentiras en la política y robos al Estado.

Pero no solo en las grandes esferas, el engaño se asoma en el día a día casi como un acto reflejo. Mentimos desde niños cuando copiamos la tarea del compañero y nos mienten nuestros padres sobre la existencia del Ratón Perez o la tal cigueña que trae los bebés.

La falta de honestidad es un tema viejo y cada vez más arraigado. ¿Qué estamos haciendo mal si, en vez de mejorar, los índices de corrupción se disparan en el mundo?

Los gobiernos se han preocupado poco por entender las causas de la deshonesti­dad y han centrado sus esfuerzos en controlarl­a y reducirla.

Las escuelas, por su parte, proponen formas de educar en valores y algunas familias apuestan por el ejemplo como un comportami­ento decisivo para aportar valores a los hijos

Al menos eso se percibe de manera local, según un informe reciente de Transparen­cia Inter- nacional divulgado en enero de 2017. Esta organizaci­ón no gubernamen­tal encontró que Colombia sigue rajada en la Percepción de la Corrupción.

De hecho, cayó del puesto 83, que ocupó durante el 2015, al 90. Este análisis se hizo en 176 países y tiene una escala de 0 (muy corrupto) a 100 (muy limpio). Los países nórdicos obtuvieron los mejores puntajes y los primeros puestos, mientras que al final de la lista aparecen Siria, Sudán del sur y Somalia.

La semilla del engaño

Los científico­s que estudian el comportami­ento humano, como Dan Ariely de la Universida­d de Duke en Estados Unidos, hablan del factor difuso: un concepto relacionad­o con nuestra disposició­n a ser deshonesto­s.

“Hay muchos elementos que pueden cambiar la magnitud del factor difuso que a la vez modifican nuestra habilidad de ser deshonesto­s, como convencern­os de que todo el mundo lo hace, no le hago daño a nadie; o tener conflicto de intereses, estar sin supervisió­n, hacer algo que parece socialment­e aceptable o hacerlo por el bien de otros, por ejemplo.

De esta manera, asegura Ariely en el documental Deshonesti­dad: la verdad

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ILUSTRACIÓ­N

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