EL REGRESO DE LOS SALVADORES
La visita a Colombia del ex presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se convirtió en una bomba de tiempo en Quito. Lo que pretendía ser una gira académica, por la conmemoración del siglo y medio de la Universidad Nacional, evolucionó en una visita política por la gracia de un atril. A la primera oportunidad dijo con todas las palabras lo que ha repetido en Twitter desde hace cuatro meses: que en su país lo traicionaron.
Que Lenín Moreno, el hombre que él mismo escogió para darle continuidad a la Revolución Ciudadana, está ahora en el bando opuesto y despedaza con furia la herencia social y económica que legó su gobierno. Que las cosas van por mal camino (“Hemos ganado las elecciones” -dijo- “pero es peor que si las hubiéramos perdido”) y que, de ser necesario, tendrá que sacrificarse y dejar su retiro en Bélgica para volver a Ecuador a enderezar las cosas. ¿De qué manera? Con una constituyente a pedido, por supuesto, que reescriba lo que ahora se ha desviado. El distanciamiento entre Le
nin Moreno y Rafael Correa era previsible e incluso lo habíamos advertido en esta columna semanas después de la elección. El expresidente, conocido por su temperamento y un ego alimentado por años de liderazgo indiscutible, consideró alta traición el estilo propio y las decisiones de su sucesor enfocadas a un acercamiento con la oposición.
Los trinos de Correa saltaron en junio, antes de que el nuevo presidente cumpliera un mes en ejercicio, y en ellos resonaron cuestionamientos y desautorizaciones. Moreno no demoró en responder en tono alto y amplió la grieta con su viejo socio al que ahora incluso acusa de vigilarlo desde una cámara instalada en el despacho. Para el exmandatario, la acusación es una ridiculez.
Rafael Correa realizó una transformación política y económica de alto impacto en su país, pero no está dispuesto a dejar en manos de otros la siguiente etapa. Todo lo que no tenga su visto bueno es errado y aquello que se aleje de su estrategia política lo define como deserción.
Es una enfermedad compleja de la Latinoamérica más reciente. Frente a lo que se analiza como una debacle que frena el continuismo, la única respuesta es el regreso de los salvadores, porque solo ellos conocen el camino. A nosotros los colombianos –como ustedes seguramente ya se repiten en sus cabezasla historia nos suena trágicamente parecida
Lo que pretendía ser una gira académica, evolucionó en una visita política.