MÁS DE MEDELLÍN GRIS
Como reacción a mi columna de la semana pasada, los lectores complementaron mis palabras que exponían una crítica a la ciudad inundada de cemento, sin espacios públicos dignos, ni zonas verdes y con unas “autoridades” que no hacen nada.
Una lectora escribe sobre el terreno que había donado la familia Ospina, en Bello, para parque público, pero se levantó dicha destinación y se hará allí un autódromo, “...un parque menos, detrimento patrimonial y un espacio para un deporte de elite... “por qué no en otro lugar y hacer el parque metropolitano Tulio Ospina?”, se pregunta.
Luis Gonzalo Mejía escribe: le quería mencionar un nuevo proyecto: el hotel que el centro comercial San Diego va a construir y que debió empezar en mayo. Con sus sucesivas ampliaciones, San Diego es el vivo ejemplo del aprovechamiento inconsciente del suelo urbano, permitido por las autoridades. Durante su última reforma (la torre sur), el municipio permitió una modificación arrevesada de la estrecha vía que va por la parte posterior del centro comercial, para que pudieran acceder a sus parqueaderos y, ahora, su nuevo proyecto es ese hotel que construirán en el último rincón que le queda al centro comercial, otrora lleno de aire y de luz y al que han convertido en uno asfixiante y sombrío. Esta gigante construcción se levantará sin construir senderos para los peatones y vías para el tráfico de los nuevos visitantes, apeñuscando aún más la ciudad, ante la mirada débil de quienes deberían estar velando para que no se siguiera atropellando la ciudad.
Otros dos lectores, de quienes no alcancé a obtener autorización para publicar o no, su nombre, escribieron: “no es tanta la miopía de los gobernantes. Es la cuenta que hacen de como multiplican por miles el predial de un lote construido, y con eso alimentan los fondos que luego se reparten. ¿Y los árboles...? Todos los alcaldes se jactan de los árboles que van a sembrar en compensación a la tala. Seguro que siembran, pero si acaso en El Escobero o en Guarne. Como llevando arena pal desierto. El árbol se necesita es aquí adentro”.
Y el otro, señala: “donde resulta un lote le caen como gallinazos a una mortecina los “arquitectos-constructores-negociantes” y con la complicidad de Planeación y las curadurías. No les interesa la estética ni las normas, solamente el negocio”.
Los ciudadanos nos preocupamos por la ciudad, pero parece que los funcionarios, no