MEZQUINOS E INSENSIBLES
Los últimos días han sido prolíficos en demostrarnos la falta de humanidad de algunos políticos ante realidades que los sobrepasan. Alineados por un marketing que los convirtió en ventrílocuos de redes sociales, los funcionarios no logran reaccionar ante lo imprevisto y son incapaces de racionalizar sus ideas y expresarlas coherentemente. Después, más por extrema sinceridad que por torpeza, nos enseñan sus verdaderos talantes oportunistas. Y hablo de la semana reciente como he podido tomar cualquier otra porque resulta evidente que, en una época de elogio a la tontería, ciertos políticos van a la vanguardia.
En Estados Unidos, el bufón que está a cargo del Ejecutivo llamó a la madre de un soldado asesinado en una de las misiones de su Ejército en Níger. Entre clichés y agradecimientos hipócritas, le escupió esta infamia: “Él sabía en lo que se estaba metiendo”. Indignada, la madre del soldado repudió al presidente que luego utilizó Twitter para desmentir el hecho aun cuando varios testigos presentes corroboraron la bajeza.
En Argentina –un país conmocionado por el hallazgo sin vida del joven artesano Santia
go Maldonado que desapareció en agosto durante una protesta indígena mapuche- la diputada oficialista Elisa Carrió salió en un programa de televisión para opinar sobre el estado del cadáver. Mientras los periodistas explicaban que, al ser encontrado en un río de bajas temperaturas era posible que el cuerpo se hubiese conservado mejor, Carrió soltó esta canallada: “Claro, así como Walt Disney”. Luego rio frente a las cámaras.
A esos casos de insensibilidad internacional podemos sumarle uno de nuestra propia cosecha. Este, más que cruel es de una sinceridad que infunde miedo. El exprocurador Alejan
dro Ordóñez, que pretende ser presidente de la República, fue consultado por sus épocas de juventud en las que se mostraba muy satisfecho en jornadas de quema de libros. “¿Volvería a quemar algún libro?”, le preguntó una periodista. “Si… es un acto pedagógico”, respondió.
Frente a los ejemplos de Estados Unidos y Argentina, que generan repudio inmediato, la frase de Ordóñez toma otro rumbo. Asusta más de lo que indigna. Y no porque sea local, pues por estas tierras la torpeza campea desde que somos Nación. Atemoriza porque nos pone de cara a un hombre que cree en la destrucción del conocimiento como parte de la educación. Más espantoso aún, porque es un sujeto al que millones de personas ven como un líder. Son mezquinos populares
No logran reaccionar ante lo imprevisto y son incapaces de racionalizar sus ideas.