Rusiagate sacude la Casa Blanca
Entre fracturas de los republicanos y la inminencia de un año electoral, vuelve el fantasma del impeachment.
El exjefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort, se entregó al FBI, así como un exasesor y un benefactor de la misma. ¿Estaría más cerca la destitución del presidente?
Paul Manafort, exjefe de campaña del hoy presidente de EE. UU, Donald Trump, se entregó al FBI ayer, en medio de la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la presunta injerencia del gobierno ruso en las elecciones estadounidenses. De esta forma, el caso Rusiagate vuelve a primera plana tras meses en los que se creía sepultado, y golpea de nuevo a una administración que ya tenía crónicos problemas en distintos ámbitos.
También se entregó a las autoridades federales el empresario Rick Gates, su exsocio en la firma de consultoría Davis Manafort, quien se encargó de ampliar los contratos de dicha compañía en Europa del Este y especialmente en países como Rusia y Ucrania.
Ambos personajes, amigos cercanos, se conocieron en los pasillos de Washington, como representantes del lobby empresarial en esa ciudad. Cuando Manafort renunció a la campaña Trump a causa del escándalo, Gates siguió siendo benefactor de esta y recabó 25 millones de dólares para ayudarla, según el portal Business Insider.
Contra los dos empresarios fueron presentados 12 cargos, aprobados el pasado viernes por un gran jurado federal en Washington. Entre ellos figuran el de conspiración, falso testimonio y lavado de activos — presuntamente provenientes de Ucrania—.
Por último, el exasesor de política exterior de dicha campaña, George Papadopoulos, alcanzó un acuerdo de culpa- bilidad con la agencia federal y admitió haber mentido en un anterior interrogatorio sobre sus nexos con el Kremlin.
De esta forma la investigación del Departamento de Justicia empieza a dar pasos concretos para hallar la verdad de si realmente hubo una connivencia de la campaña Trump con los rusos y si el hoy presidente tenía pleno conocimiento del tema.
Implicaciones políticas
Pero más allá del tema judicial, ¿qué tanto acerca este hecho la posibilidad de un impeachment (una destitución) contra Trump? ¿Y qué efectos políticos podría dejar sobre la
política estadounidense, con la inminencia de un 2018 electoral? EL COLOMBIANO abordó las preguntas con expertos.
Desde que Trump asumió la presidencia en enero de este año, pero especialmente desde junio, mes en el que se cumplieron 45 años del escándalo Watergate, medios de todo el
mundo abordaron las similitud de este caso —que significó dos años después la renuncia de Richard Nixon a la Presidencia de EE. UU. en 1974—, con el que hoy golpea a la Casa Blanca. ¿Qué tan cerca se está de repetir ese escenario?
“Depende de lo que ocurra. Mueller podría ofrecer a Manafort la posibilidad de una pena más leve si él coopera con el Departamento de Justicia para proveer más información de lo que ha pasado y aporta pruebas. Ahí es donde podría empezar el problema para Trump y su gente. Se puede dar el efecto bola de nieve, que puede generar con-
secuencias cada vez más graves y creo que eso mismo preocupa a la Casa Blanca”, dijo Emilio Viano, politólogo y docente de la Universidad Americana de Washington.
Patricio Navia, profesor de política internacional de la Universidad de Nueva York (NYU), afirmó que “en cualquier caso resta mucho para llegar a un escenario de impeachment. La pregunta es si los comportamientos de estas personas son suficientemente graves para que ellos decidan colaborar para implicar a Trump. Pero este es apenas un primer paso que pone al presidente a la defensiva”.
¿Qué efectos podría dejar este asunto en la política del país a meses de las elecciones legislativas? Para Felipe Buitrago, politólogo y docente de la Universidad de Antioquia, “contrario a lo que se piensa, el caso podría solo fortalecer sus bases de apoyo si, como en escándalos anteriores, Trump logra demostrar que es solo otra cortina de humo”.
Los dos primeros expertos creen, no obstante, que si bien su impacto de momento no es suficiente para ampliar las fracturas entre los republicanos y para dejar efectos en la gobernabilidad, sí es una amenaza seria contra su objetivo de triunfar en las elecciones legislativas de 2018