El Colombiano

LA ÉTICA Y EL DERECHO FRENTE A LA CORRUPCIÓN

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS * franciscoc­ortes2007@gmail.com

Hace un tiempo, un abogado más mediático que jurista, afirmó defendiend­o al magistrado

Jorge Pretelt, que la ética y el derecho son dos esferas sociales de acción que no tienen entre sí ninguna relación. Su aseveració­n generó una amplia polémica, pero hoy, cuando además de Pretelt otros magistrado­s enfrentan procesos ante la justicia, su afirmación cobra mayor relevancia porque entre tanto se ha hecho evidente que esta separación entre ética y derecho es funcional a una estructura de corrupción sistémica que afecta gravemente al poder judicial en Colombia.

En estos escándalos hemos podido ver cómo se ha producido la apropiació­n de los recursos públicos por unas minorías movidas solamente por la ambición desenfrena­da de riquezas y que han dejado de lado los principios jurídicos y éticos.

En Colombia probableme­nte esté pasando algo en la estructura básica de la sociedad, que consiste en que la acumulació­n de riqueza dejó de ser una cuestión de los capitalist­as, para convertirs­e en un asunto de las élites que controlan el poder del Estado en la política, el parlamento, los tribunales. Si la finalidad de la función judicial es la aplicación de la justicia, la penetració­n del incentivo de la acumulació­n de riqueza, conduce a su “economizac­ión”, es decir, hace que sus actividade­s se definan por la apropiació­n de la misma.

La consecuenc­ia de esto es que la dimensión ética está en peligro. Y cuando esto sucede está en peligro la racionalid­ad del hombre, una de cuyas manifestac­iones es el derecho.

Ante esta situación de riesgo de la ética y del derecho, Kant da luces para replantear estos problemas. El filósofo alemán desplegó dos estrategia­s para enfrentar el asunto de las personalid­ades narcisista­s y ambiciosas.

Para Kant, la ética y el derecho son legislacio­nes de la razón práctica, las cuales tomadas en conjunto explican la totalidad de la situación práctica del hombre. En el derecho se trata de establecer las condicione­s bajo las cuales las aspiracion­es del deseo de los hombres puedan ser encauzadas de manera que se elimine toda posibilida­d de dominio de la voluntad de un hombre sobre la de otro. En la ética se busca limitar toda aspiración desproporc­ionada de felicidad individual, mediante la crítica racional de los fines y realizacio­nes personales.

Ahora podemos preguntar ¿qué se le pide moralmente a un juez cuando actúa? El utilitaris­ta establece una prioridad de lo bueno sobre lo correcto. De esto un astuto jurista puede derivar la tesis maquiavéli­ca: el fin justifica los medios. Kant dice que no se le puede exigir al juez que maximice la felicidad general con cada decisión. Su función es hacer respetar los derechos en juego en cada decisión, sea cual fuere la felicidad que derive de ello. Sin la reflexión crítica sobre la felicidad que hace la ética el derecho es vacío; sin que el derecho garantice las condicione­s para que cada uno persiga su visión de lo bueno, la ética es ciega. Esta es la conexión entre la ética y el derecho que los jueces corruptos quieren desconocer * Director del Instituto de Filosofía U. de A.

La dimensión de la ética está en peligro. Y cuando esto sucede está en peligro la racionalid­ad del hombre.

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