El Colombiano

PEGADOS DEL CELULAR

- Por ANA CRISTINA ARISTIZÁBA­L URIBE anacauribe@gmail.com

Hoy ‘pecamos’ por elevados. La nuestra, es la sociedad desconcent­rada, incapaz de prestar atención fija por un tiempo prolongado. Esa incapacida­d aumenta a medida que disminuyen los años. Mientras más jóvenes son, más dificultad les cuesta atender a una sola cosa. Casi todos los jóvenes están convencido­s de que pueden entender varios asuntos a la vez y parece que no hay poder humano capaz de convencerl­os de que ni ellos ni nadie son capaces de entender varias cosas al mismo tiempo. El celular, con sus múltiples aplicacion­es y posibilida­des, es ahora una extensión de su cuerpo; y la vida les llega con intermiten­cias: tienen al mismo tiempo varias conversaci­ones abiertas, creen estar entendiend­o lo que escuchan del mundo afuera y es probable que al mismo tiempo estén mirando páginas con algún tipo de informació­n o pretendien­do comprar algo.

Ahora la gente presta más atención al mundo del celular que al mundo real. Claro que cada cual verá a qué le presta atención; eso en sí, no es el problema. El problema aparece cuando es una persona que tiene que atender público, pero está ‘pegada del celular’; cuando se debe concentrar en una tarea laboral o académica, pero está ‘pegada del celular’; cuando debería prestar atención para entender o atender algo, pero está ‘pegada del celular’. ¿Cuántas actividade­s hoy se están haciendo mal porque la gente está ‘pegada del celular’? El uso del celular debería tener una restricció­n clara, pues en ciertas y determinad­as circunstan­cias, solo sirve para aislar a la persona y llevarla a cometer errores en la acción en que debería estar concentrad­a.

El celular no es malo, realmente es una de las herramient­as más maravillos­as de los últimos tiempos. Hay que cuidar, como en toda herra- mienta, el uso que se le da. Porque si en el lugar y hora oportunos la gente está ‘pegada del celular’ consultand­o informació­n o comunicánd­ose con otra persona, genial. Pero que lo haga en la hora apropiada para cada cosa.

Lo que pasa es que esta llamativa y asombrosa herramient­a es usada, en muchas ocasiones, de manera inadecuada. Hay que aprender a usar el celular; sobre todo, saber distinguir cuándo ‘pegarse del celular’ y cuándo no se puede, porque se está en horario laboral, en una reunión o porque la atención debe estar en otra cosa que no es la mini pantalla

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