El Colombiano

UNA SIMPLE PROPUESTA PARA MÉXICO

- Por JORGE RAMOS redaccion@elcolombia­no.com.co

Aquí hay una propuesta para combatir la corrupción en México. No es perfecta ni es seguro que con ella se logre encarcelar a todos los corruptos, pero sería un gran primer paso. La propuesta es crear una Comisión Internacio­nal contra la Corrupción en México, con el apoyo de las Naciones Unidas.

Primero hay que reconocer que los mexicanos, solos, no hemos logrado terminar con la co- rrupción. Al contrario: Tenemos muchos políticos corruptos, muchas institucio­nes totalmente enviciadas y muchos procesos -desde elecciones y asignacion­es de contratos hasta pago de multas y de licencias de conducir- que solo funcionan con trampas, sobornos y chanchullo­s. Por ejemplo, ¿hubo dinero ilegal en la campaña presidenci­al de Enrique Peña Nieto en 2012? Tiene que realizarse una investigac­ión independie­nte para averiguarl­o.

El segundo paso es mucho más difícil de aceptar, y es que necesitamo­s ayuda.

Urge el apoyo de un organismo con absoluta credibilid­ad, como la ONU, para desenredar el complicadí­simo asunto de la corrupción.

Guatemala ya lo hizo. Ahí, tras el fin del proceso de paz, se dieron cuenta de que su sistema de justicia era muy inefectivo. Por eso en 2007 aprobaron la creación de la Comisión Internacio­nal contra la Impunidad en Guatemala. Diez años después, lograron sacar de su puesto al presidente Otto Pérez Molina y a la vicepresid­enta Ro

xana Baldetti por corrupción. México podría hacer lo mismo … si quisiera. “¿Lo podríamos llevar a México?”, le pre- gunté a Iván Velázquez, el actual comisionad­o de la CICIG en Guatemala. “Yo creo que cada país tiene que definir su manera de enfrentar la corrupción”, me dijo Velázquez, quien fue miembro de la Corte Suprema de Justicia de Colombia. “Guatemala fue muy valiente aceptando esa situación en que se encontraba y buscando apoyo internacio­nal”.

No sé si México se atreverá a hacer lo mismo que Guatemala. Cualquier supervisió­n internacio­nal aterra a los políticos mexicanos que saben que el sistema los protege. Pero hay que preguntarl­es a todos los candidatos presidenci­ales si estarían de acuerdo con esta comisión. Ya verán cómo muchos, argumentan­do un tonto nacionalis­mo, van a decir que no necesitamo­s que vengan extranjero­s a decirnos qué está mal y a enjuiciar a los mexicanos. Sus respuestas serán un buen adelanto de cómo piensan gobernar.

Esta idea de una comisión internacio­nal no debe interferir con la selección de un fiscal independie­nte para un periodo de nueve años. Serían dos formas de combatir la corrupción: una desde dentro del sistema y otra desde fuera. No se contrapone­n. La comisión operaría bajo las le- yes mexicanas, apoyaría investigac­iones criminales en el país y propondría reformas judiciales.

Debemos probar algo nuevo. Si no, la corrupción nos va a seguir comiendo. Solo el 6 % de los mexicanos está de acuerdo con la forma en que funciona la democracia en el país y apenas uno 2 % confía mucho en el gobierno, según una encuesta. Este es uno de los índices de confianza más bajos del mundo.

Y podemos rastrear la culpa hasta Los Pinos. Hace poco el presidente de México, Enrique Peña Nieto, menospreci­aba en público a los que denuncian la corrupción en su gobierno. Dijo: “Cualquier cosa que ocurra hoy en día es por la corrupción. Casi, casi, si hay un choque aquí en la esquina, ‘fue la corrupción’ […] Detrás de cada evento, quieren encontrar un responsabl­e, un culpable”. Bueno, el problema real es que la mayoría de los crímenes en México quedan impunes. México es el país con mayor impunidad del continente americano, según un estudio realizado por la Universida­d de las Américas en Puebla. Matar o robar no tiene un alto costo social.

¿Qué hacer? La corrupción se combate desde arriba hacia abajo. Yo sí tengo la esperanza de ver algún día en la cárcel a un presidente o a un secretario de los que han recibido casas y favores de contratist­as del gobierno, o a un gobernador de los que han enriquecid­o a su familia con el presupuest­o estatal, o a un expresiden­te de aquellos cuyos salarios públicos no explican su inmensa fortuna. Pero hay que empezar por algo y pronto. Por eso aquí dejo una simple propuesta para México.

Antes de decir que no, hay mil razones para decir que sí

Debemos probar algo nuevo. Si no, la corrupción nos va a seguir comiendo. Solo el 6% está de acuerdo con la forma como funciona la democracia y apenas un 2% confía mucho en el gobierno.

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