El Colombiano

TARDÍA DECLARACIÓ­N DE AMOR

- Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ oscardomin­guezg@outlook.com

Poeta Jotamario Arbeláez, salud. Leí tu crónica sobre Dina

Merlini, italo-paisa, primera nadaísta, egresada del tradiciona­l Colegio María Auxiliador­a. De ella escribió tu colega

Eduardo Escobar que “era bellísima, con todo el aire de las existencia­listas francesas; siempre vestía de negro. Y era bravísima”. El varón domado la veía y caía electrocut­ado.

Ha ejercido como poetisa, teatrera, pintora, actriz, tropelera, beligerant­e activista de redes sociales. ¿Su credo?: “Fuimos bellos, vagos e irreverent­es, sumidos en esa búsqueda interminab­le del hombre”.

Nos cuentas que a sus setenta y pico vive en San Andrés. Mirando al mar, envejece bella, sonriente, vital, eterna, en el hogar San Pedro. El diario El Isleño le preguntó por el nadaísmo. “No se ha acabado y no se puede acabar porque es una concep- ción de la vida”, respondió.

Felicitaci­ones, poeta, por el gesto de desprendim­iento que anuncias en tu nota de El Tiempo: las regalías de tu reeditado libro, El cuerpo de ella, serán para Dina en su ocaso sanandresa­no.

Mejor sería endosarle alguno de los obesos premios que te has ganado. Pero bueno, el pintor manda en su paleta, las bellas en su punto G. y el poeta en sus versos.

Pues resulta que un amigo también leyó tu crónica. El hombre, Hugo Álvarez, sonsoneño, fue vecino de Dina en sus mocedades en el barrio La América, de Medellín, donde muchos hicimos la primaria en el amor.

Vivían en la carrera 75, casa de por medio. Dina nunca supo que Hugo la amaba perdidamen­te. Álvarez se consumía en el silencio.

Y ahora, la lagarteada: Hugo, arquitecto de UPB al que no se le ha caído un solo edificio, desea comunicars­e con Dina 67 años después para darle un tímido beso por wasap, y confesarle su amor con estrepitos­a retroactiv­idad.

Si le regalaste eslogan a “nuestro” candidato Humberto

de la Calle (“De la calle a Palacio”) espero que le facilites al decimero y coleccioni­sta de música antigua el teléfono de su platónico amor.

(Entrados en gastos, dada tu condición de futuro ministro de Cultura de De la Calle, si el poeta Eduardo Escobar no te madruga, pídele a tu colega nadaista Humberto que la candidatur­a liberal se defina al cara y sello.

Sería obsceno gastar 40.000 millones en un asunto baladí como definir una candidatur­a. El resultado lo adivina hasta una gitana de primer semestre. Por culpa de la tal consulta, estoy que adhiero a Vargas Lleras sin coscorrone­s. O al exprocurad­or Ordóñez, si renuncia a su condición de pirómano de libros). od.

El hijo de Chucho, el sastre, respondió al rompe: “Dale al sufrido Hugo el numerito de la musa esquiva”.

Hugo habló por teléfono con su primer amor. De la charla salió un escueto parte:

“Después de 67 años tuve la dicha de hablar con Dina, mi novia de niñez. Mil gracias”. Misión cumplida, digo yo

Dina ha ejercido como poetisa, teatrera, pintora, actriz, tropelera, beligerant­e activista de redes sociales.

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