BALAZOS DEL ELN, POR LA ESPALDA
No hubo lucha ni forcejeo. Fue inclemente y cobarde: el guerrillero le descerrajó el fusil a quemarropa al líder indígena Aulio Isarama Forastero. Por la espalda, poco más arriba de la cintura. Lo dijo en sus palabras Car
los Valdés, director del Instituto de Medicina Legal: “Se encuentran evidencias de un disparo a contacto firme en un tórax desnudo, esto constituye una evidencia científica de un estado de indefensión”.
Ya el Eln había aceptado su culpa en el homicidio, pero había justificado su conducta que, además de asesina, resulta incomprensible en medio de la vigencia de una supuesta tregua bilateral que si algo pretende es proteger a los civiles de los atropellos que trae la confrontación.
El grupo guerrillero tiene un récord tan impresionante como inaudito de compromisos incumplidos de respeto a los no combatientes. Sus discursos tan prometedores siempre terminan desbaratados por los excesos de sus hombres.
La necropsia ofrece más detalles: la muerte “obedece a un daño vascular severo del tórax producido por el paso de dos proyectiles de arma de fuego de alta velocidad”. Los fusiles de un ejército que se pretende y denomina “popular” volteados contra la humanidad de un aborigen del Alto Baudó.
Es indignante. Derrumba cualquier excusa, cualquier explicación sobre el asesinato de Isarama Forastero. Aunque el Eln quiso camuflar su atrocidad con una versión falsa.
“Expresamos a la comunidad a la que pertenecía el go- bernador y a todos los pueblos indígenas quienes nos merecen todo el respeto y reconocimiento, tal como lo conocen las comunidades del Chocó con quienes nos relacionamos. A todos ellos reiteramos nuestra palabra para plantear la verdad fren- te a lo ocurrido, reconocer el error cometido y dar la cara para aclarar lo necesario”.
Los subversivos difundieron el relato según el cual Isarama se abalanzó sobre uno de sus captores lo cual generó el forcejeo y el posterior fuego accidental. Pero los hallazgos de Medicina Legal son certeros. Apenas la actitud despiadada de un guerrillero que aniquiló a un ser humano inerme.
Es por eso que los habitantes de las zonas marginales del país repudian y se distancian cada vez más de grupos armados ilegales que se presentan como salvadores y portaestandartes de causas ciudadanas y sociales, pero que no superan la intimidación y la violencia y un remedo de reivindicaciones que entierran a menudo con los cuerpos de sus víctimas
Grupos armados ilegales que se presentan como salvadores, pero que entierran a menudo un remedo de reivindicaciones con los cuerpos de sus víctimas.