La era de los supersolteros
Ellos no quieren casarse, tampoco añoran tener hijos y disfrutan de sí mismos. Son felices y no los “dejó el tren”.
Seguro le ha pasado: si lleva más de un año sin novio ya le están diciendo que lo dejó el tren o se quedó para vestir santos. Eso, sin embargo, no les importa a los supersolteros. El término no está en el diccionario, porque se forma entre un prefijo y una palabra, pero ya existe. Son esas personas que están solas por convicción. Eligieron ese estado civil y lo defienden con argumentos.
Se distinguen porque no tienen que discutir con nadie sus planes de vacaciones, su mejor amigo es un perro o un gato y son más individualistas, incluso en el sexo.
A la politóloga Sandra Borda, quien este año escribió en la revista Arcadia El manifiesto de la mujer soltera, single o supersingle le funciona igual, “si se trata de definir a una persona que tiene una visión progresiva en la vida y que no necesariamente termine en pareja, entonces puedo ser supersoltera”.
Cuando Borda escribió su manifiesto en mayo de este año recibió dos tipos de reacciones que llamaron su atención: el de millones de personas están solteras en EE. UU., más de la mitad de la población, según Oficina de Estadísticas.
las hombres que se sienten estigmatizados por la sociedad cuando llegan a determinada edad y no se han casado, y el de los que “no leyeron bien. Un montón de tipos que piensan que estás disponible en el mercado y que necesitas salir con el primero que se atraviese”.
La soltería en el transcurso de la historia ha sido un término tan degradado como discriminado. Cuenta Kate Bolick, periodista estadounidense y autora del libro Solterona, y quien retrató la vida de cinco escritoras que defendieron la idea de no vivir en pareja a comienzos del siglo XX, que ser soltera era considerado una anomalía, “una aberración con respecto al orden social”.
Para el psicólogo, docente e investigador de la Universidad Antonio Nariño, Jorge Eduardo Moncayo, los juicios morales se van a dar siempre, y más en sociedades tradicionales, ya que una persona soltera reconfigura el ideal de familia que está preconcebido.
“El matrimonio es la célula de una sociedad y transgrede la soltería. La intención de cambiar la forma de concepción de pareja es todo un reto para quienes deciden ser solteros”, precisa.
Transformaciones
Moncayo cuenta que en Colombia es muy usual que las personas adultas hoy en día se divorcien después de una relación que no funcionó como querían, “pero no para estar solos sino para buscar otra pareja y hasta casarse de nuevo”.
Las últimas cifras, entregadas a mediados del año, y reveladas por la Superintendencia de Notariado y Registro, precisan que en el país por cada tres matrimonios civiles hay un divorcio.